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Actualizado: 16 de junio de 2025


Entonces el Príncipe, alzando resueltamente la cabeza y fijando la mirada en los ojos del juez, contestó con voz sorda: No diré por qué me he callado. Ya sabe usted la verdad, ¿por qué no me deja usted libre? ¿Qué más quiere usted?

Sin apurarse, poco a poco, se insinuaría él en el ánimo de la agraciada niña. Para escapar a las indiscretas miradas de los tandilenses, el mismo capitán Pérez le serviría de pantalla... Porque, mientras don Mariano continuaba callado y pacientemente su obra de ganarse la voluntad de Coca, corrían en el pueblo innumerables anécdotas e historietas acerca del oficial.

A pesar de esto, Fortunata se ponía tan nerviosa que no podía pegar los ojos en toda la noche, durmiendo algunos ratos de día. El enfermo no iba ya a la botica, ni mostraba deseos de ir a parte alguna, pareciendo caer en profunda apatía y reconcentrar toda su existencia en el hervidero callado y recóndito de sus propias ideas.

Después de haber callado, sus bigotes se estremecían con leve temblor, que era más visible en la pared. Salvo siempre su autorizada opinión dije sin abandonar mi sonrisa impertinente , me parece que tal afirmación es un poco prematura, sobre todo teniendo en cuenta que el señor no sabe los testigos y las pruebas que el juez ha de examinar.

Pero la brisa del Norte había amontonado allá en el horizonte montañas flotantes de nubes de fuego formando fantásticas ciudades, cuyas flechas y cúpulas resplandecían temblorosas al través de una gasa azul. La campiña estaba dormida: el aire callado. La tierra se extendía desnuda y árida.

Toda la tarde me han picado las moscas. ¿Es que yo soy una mosca, Flora? No, eres un moscón; no picas pero zumbas, zumbas sin cesar y me mareas. ¿Quieres entonces que me esté callado? , estate calladito y no me digas las simplezas que me ensartaste el día pasado en Rivota. Jacinto bajó la cabeza y permaneció en pie y silencioso. Su rostro terso de adolescente expresaba profunda tristeza.

El ruido de las mil voces no es más que un débil zumbido, sobre el cual descuella solamente, con notas agudas, la algazara de los caballitos de madera; y cuando la orquesta del baile, que se ha callado por un tiempo, empieza a tocar otra vez, ahoga los demás ruidos con el estallido penetrante de sus cornetines.

Estaba jadeante, pálido, desencajados los ojos, tembloroso. Juan le miraba con sumo interés; más que con interés, con cuidado. Temía que Montiño se hubiese vuelto loco. ¿Pero qué os sucede, tío? En primer lugar dijo el cocinero mayor , no me llaméis tío: yo no lo puedo consentir: he obedecido y he callado; pero me falta ya la resistencia á fuerza de desgracias y no me callo ni obedezco más.

Adela y Pedro hablaban de formalísimos sucesos, que tenían la virtud de poner a Adela contemplativa y silenciosa, dando a Pedro ocasión para ir callado buena parte del camino, lo cual aprovechaba él en celebrar consigo mismo animados coloquios: y a cada instante era aquello de: «Juan, ¿cómo estará Ana?

Goicochea, que no era hombre silencioso y creía faltar al respeto al primo de su principal permaneciendo callado, hablaba de aquellos lugares con cierto entusiasmo. Me gusta pasar por aquí, señor doctor, porque recuerdo mi juventud... los famosos días del sitio. Usted sería muy niño entonces, y ya no se acordará.

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