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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Gonzalo arrojó también lejos de la rodela que llevaba colgada del cinto. El cielo, todo entoldado, de nubes transparentes, esparcía sobre la callada ciudad una lumbre misteriosa de amanecer. Hacia el naciente, nacarada aureola rodeaba la escondida perla del plenilunio. Los aceros se cruzaron. Gonzalo paraba los golpes con maestría, acechando el instante.

Si por acaso estaba en la mesa el gordo Arnaiz, se permitía algunas cuchufletas de buen género sobre aquellos antiquísimos estilos de santidad, consistentes en no comer. «Lo que entra por la boca no daña al alma. Lo ha dicho San Francisco de Sales nada menos». La de Pacheco, que tenía buenas despachaderas, no se quedaba callada, y respondía con donaire a todas las bromas sin enojarse nunca.

Y canta y llora; , madre querida, lloro entregado á sin igual tristeza, que el cuerpo y el espíritu, abatidos, no pueden desechar; que con la vida no ha de acabar aunque con ella empieza; pues una voz callada y misteriosa resuena en mis oidos, y me dice que el alma no reposa. ¡Lloro, insensato, y creo que este llanto terrible y encendido, mísero y solo bien que ya poseo, puede pagar el que por has vertido!

Sacramento iba sonriente, locuaz, deleitándose en respirar, como excitada por la viveza del aire: Soledad callada, distraída, viendo las cosas sin mirarlas, oyendo, hablar a su hermana sin fijar la atención.

Y yo callada decía misia Casilda, caminando sin rumbo, como si no tuviera lengua para decirle cuatro frescas; se me han quemado los libros: cuando comprendí que mi visita era inútil, debí erguirme y tratarla de igual a igual; ¿a qué humillarse?

Noté que mientras yo hablaba su semblante se había puesto algo más pálido, pero permaneció callada, como si hubiese temido hablar, por recelo de que inadvertidamente fuese a manifestar lo que tenía intención de que permaneciese siendo un secreto.

La soledad nocturna vino otra vez, pero no don Jorge. Trajo otra vez la tempestad y la nieve con sus torbellinos. Avivando el expirante fuego, vio la Duquesa que alguien había apilado a la callada contra la choza, leña para algunos días más. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero las ocultó a Flora. Dominadas por el terror, aquellas vírgenes durmieron poco.

Había visto de repente un camino desconocido, un sendero tortuoso que allí llegaba dando rodeos, y ya no oyó más, ya no se ocupó de otra cosa. Cinco minutos largos permaneció callada, inmóvil, tirando al parecer sus planes. Lilí, con las manitas cruzadas sobre las rodillas y la cabeza baja, la miraba de cuando en cuando a través de sus largas pestañas, extrañada de aquel singular silencio.

Un lucero, no más, lleva por guía; Por himno funeral silencio santo; Por sólo rumbo la región vacía Y la insondable soledad por manto. De allí desciende tu callada lumbre Y en argentinas gasas se despliega De la nevada sierra por la cumbre Y por los senos de la umbrosa vega.

Clara, la hermana mayor, es pacífica y callada, y dice que á todo prefiere el silencio del claustro. Eugenia, la menor, es, al contrario, más viva y resuelta, agradándole el trato del mundo, razón suficiente para que su padre se proponga casarla antes.

Palabra del Dia

bagani

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