Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de julio de 2025
Doña María se levantó, y a la luz del expirante crepúsculo tentó su camino hasta la abierta ventana; allí permaneció en pie, apoyada contra el marco, con los ojos fijos en los últimos rosados matices del crepúsculo. Quedaba todavía algo de aquella luz en su pura y tersa frente, en su níveo cuello, con sus finas manos entrelazadas; pero todo desapareció lentamente.
La soledad nocturna vino otra vez, pero no don Jorge. Trajo otra vez la tempestad y la nieve con sus torbellinos. Avivando el expirante fuego, vio la Duquesa que alguien había apilado a la callada contra la choza, leña para algunos días más. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero las ocultó a Flora. Dominadas por el terror, aquellas vírgenes durmieron poco.
El nombre de Saint-Pierre recuerda siempre el del más ilustre prosista de nuestros tiempos, el de Chateaubriand, y cuando se pasa revista a los tipos en literatura, no es permitido olvidar a René, imponente y magnífica creación, en la cual el genio ha depositado el secreto de nuestra civilización expirante.
Se encontraba en uno de esos períodos de la vida en que las mujeres interesan poco, en que lo femenino no basta a llenar el alma embargada por otra clase de sentimientos. De un lado, la admiración y las sorpresas que diariamente le proporcionaba aquella rica naturaleza; de otro, la necesidad imprescindible de restaurar su organismo, de renovarse, de asegurar su vida expirante.
La joven Adela era, sin duda alguna, de las picantes: hermosa a sabiendas suyas, y con una conciencia de su belleza, acaso harto pronunciada, sus padres habían tratado de adornarla de todas las buenas cualidades de sociedad; la sociedad llama buenas cualidades en una mujer, lo que se llama alcance en una escopeta y tino en un cazador; es decir, que se había formado a Adela como una arma ofensiva con todas las reglas de la destrucción: en punto a la coquetería era una obra acabada, y capaz de acabar con cualquiera muy poco sensible; en realidad, podía fingir admirablemente todo ese sentimentalismo, sin el cual no se alcanza en el día una sola victoria; contaba con una languidez mortal; le miraba a usted con ojos de víctima expirante, siendo ella el verdugo; bailaba como una sílfide desmayada; hablaba con el acento del candor y de la conmoción; y de cuando en cuando un destello de talento o de gracia venía a iluminar su tétrica conversación, como un relámpago derrama una ráfaga de luz sobre una noche obscura.
Y la buena mujer introdujo al cocinero mayor en una sala baja, y de ella en una alcoba, donde, asistido por un fraile francisco, había un anciano expirante. ¡Señor arcipreste!¡señor arcipreste! dijo la anciana ; he aquí vuestro hermano que ha llegado. Abrió penosamente los ojos el moribundo. No veo dijo con voz apenas perceptible.
Como esos barrios nuevos edificados apresuradamente para la especulación, y ya derruidos sin la patina del tiempo, la joven colonia americana se agrieta y se hunde como la vieja aristocracia romana, la cual, al menos, se armoniza con las ruinas imponentes del Coliseo y del Capitolio en que descansa, todavía majestuosa, como un César expirante.
¿Se acabó todo? respondió la viuda con el mismo tono quejumbroso y lánguido. Sí, mi tía respondió con acento breve y deliberado el joven Arturo, que parece un mozo bastante satisfecho de sí mismo. Hubo una pausa; en seguida la señora de Saint-Cast sacó del fondo de su alma expirante esta nueva serie de preguntas: ¿Estuvo bueno? Muy bueno, tía, muy bueno. ¿Mucha gente?
Más tarde, guiaban sus pasos en los senderos difíciles de la vida, y cuando ésta llegaba a un período supremo, ellos sostenían al débil viajero en las avenidas de la tumba y le abrían la eternidad. Que no se diga que el desgraciado es un anillo roto en la cadena de los seres. El pobre expirante sobre la paja, estaba al menos acompañado de sus exhortaciones y de sus consuelos.
Y no obstante, hay allí un germen de consecuencia incalculable, destinado tal vez á revolucionar el mundo. Frente de la portada veo el retrato de dos niños, muerto el uno y expirante el otro en un hospital de Florencia. Estas criaturas se habían manifestado mutua simpatía.
Palabra del Dia
Otros Mirando