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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Disponíase a responder Simón a Juana desde la puerta, contra la cual estaba recostado, mirando a la calle, cuando salió botando, de hacia la cocina, un perrazo de áspero y sucio pelaje, con una morcilla chorreando caldo entre los dientes.
Y llena de júbilo, se arrojó a Stein, le estrechó en sus brazos y le estampó un beso en la frente. Y a todo esto, ¿quién es usted? dijo la tía María, después de haberle dado una taza de caldo . ¿Cómo ha venido usted a parar enfermo y muriéndose a este despoblado? Me llamo Stein, y soy cirujano.
Nunca habían tenido ambiciones ni vanidades. Si habían procurado engordar, no lo hicieron por ellos tanto como por sus dueños. Engordaron para que sus morcillas fuesen más sabrosas y para que su tocino le diera más gusto al caldo de las buenas familias en cuyo seno habían vivido. Pero ahora hay en Galicia una nueva generación de cerdos.
En los bancos que rodeaban el fuego no cabía más gente: mozas que hilaban, otras que mondaban patatas, oyendo las chuscadas y chocarrerías del tío Pepe de Naya, vejete que era un puro costal de malicias, y que, viniendo a moler un saco de trigo al molino de Ulloa, donde pensaba pasar la noche, no encontraba malo refocilarse en los Pazos con el cuenco de caldo de unto y tajadas de cerdo que la hospitalaria Sabel le ofrecía.
Se bebía una taza de caldo y en seguida se disponía a escribir, sin levantarse de la cama, sostenido por varias almohadas. Tenía a su alcance muchos lapiceros, y trabajaba hasta las nueve de la noche, hora en que se levantaba para ir a pasar el resto de la noche en alguna taberna de Montmartre.
La joven se marchó, y el gigante, al verse solo, se puso de pie para aproximarse al lugar donde la hoguera acariciaba con sus últimas llamas la panza del caldero. No encontró como alimento mas que un caldo sucio en el que flotaban espinas y cabezas de pescado.
Para pasar el caldo tenemos que dárselo con Jerez... y por la mañana, para que pase una tostadita, hay que darle un dedito de la horchata de cepa, y por la noche otro dedito... ¿Pero de veras le dais... esa perdición? preguntó alarmadísima doña Lupe. Lo ha mandado el médico. Dice que es medicina. Parece aquello de al revés te lo digo.
CRIADILLAS GUISADAS. Después de bien mondadas y cortadas en lonjas, se ponen las criadillas en una cazuela con manteca, cebolla, perejil, clavo de especia y una cucharada de harina, agregando una jícara de vino blanco; después de estar una media hora cociendo se agrega otra jícara de caldo, se les da unas vueltas, y se sirven.
La libertad con que comemos, nos hace creer que nos encontramos en una romería, entre tomillo y alelíes. Hemos comido opípara y deliciosamente, y aquí doy fin al dia décimo tercero, porque seria muy difícil darle mejor final. =Dia décimo cuarto=. El sueldo de la paralítica. Mis humos caballerescos. Establecimiento de caldo.
Al ver que su cuñado quedaba acortado, se apresuró a decir: Mira, cuanto menos hablemos de esas cosas, y, si posible fuera, cuanto menos pensásemos, sería mejor... Ahora lo que importa es que tomes este caldo. Después te traeré unas croquetas y un lenguado... ¿quieres? No tengo apetito, Cecilia respondió haciendo esfuerzos por reprimir su emoción. Todo es empezar... Verás...
Palabra del Dia
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