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Actualizado: 3 de junio de 2025
Entremeses, caldo de aves, sopa de yemas, tortilla de bechamelle, salmonetes con tomate, langosta a la americana, solomillos de carnero, liebre a la casera, cardo al natural, jamoncillo trufado, biscuit de coco, sopa cana, frutas, quesos y dulces, vinos, café y licores. Quinto.
Con que la mujer tenga sentimientos religiosos para su propio adorno y para la dignidad del hogar, el marido ya está satisfecho, y se va tranquilamente al café, al teatro de variétés y hasta a un casino republicano... La política, en cambio, es cosa de hombres.
El hombre del café le pasó la mano afectuosamente por el lomo, y el animal, agradecido, alzó el rabo, arqueó el espinazo, se lamió los bigotes, y después de estirarse muy á la sabor, se volvió á su rincón, donde se agazapó de nuevo. Frente por frente al mostrador, y en el más obscuro sitio del café, principió á destacarse una figura humana, invisible hasta entonces.
Se continuó hablando del suceso; acabose antes que el tema la comida; retirose Nieves de la mesa; alzáronse los manteles; sirviose el café a los dos comensales que quedaban en ella; tomáronlo, bien interlineado con sorbos de excelente licor y chupadas a muy exquisitos habanos; y a medio consumir éstos aún, rogó don Alejandro Bermúdez a don Claudio Fuertes que pasara con él a su gabinete, porque tenía que hablarle en secreto de cosas de sumo interés.
Este hombre privilegiado, semejante a un dios, no podía ser otro que don Laureano Romadonga. Iba acompañado de una joven con mantón y pañuelo a la cabeza. ¿Has visto? Sí. ¿Esa joven es la del café? Me parece que sí. ¡No obstante, como ese hombre trae tantos líos!... El mismo D. Laureano, entrando repentinamente en el gabinete, vino a sacarlos de dudas.
Dicen todos que los chicos son guapísimos. Y la condesa, ¿cómo está?... Ya no me acuerdo de ella. La señora condesa dicen que está aún más hermosa, pero de peor color. ¡Qué había de suceder! ¡Si todos los que vienen de la corte parece que llegan del otro mundo! La vida debe ser muy agitada en aquel Madrid: ¡tanto baile, tanto teatro, tanto café!
Apenas entrado en su despacho, comprueba que un servido de café de antiguo Rouen ha desaparecido. Se encoleriza y llama. Al cabo de algunos minutos aparece un ayuda de cámara, con tipo de viejo golfo, cano, delgado, calvo, con la nariz demasiado larga, con la boca desdentada y con pinta de borracho empedernido. ERNESTO. En primer lugar, te prohibo que me tutees...
El mercado principal que tiene el Brasil para dar salida á su café, es el de los Estados-Unidos de América, donde se vende mas de la mitad de lo que se recolecta.
En su deseo de cumplimentar a la viuda, no veía que sus galantes cumplimientos ponían luces de disgusto en los ojos de Simón y que ensombrecían su buen humor. Levantáronse de la mesa y pasaron a la terraza, en el momento en que el sol desaparecía tras los bosques de Montegrande. La señora Liénard se hizo traer una cafetera rasa y preparó por si misma el café.
No había acabado el marroquí su oriental leyenda, cuando Benina vio entrar en el café a una mujer vestida de negro. «Ahí tienes a esa fandangona, tu compañera de casa. ¿Pedra? Maldita ella. Sacudir ella yo esta mañana. Venir, siguro, con la Diega... Sí, con una viejecica, muy chica y muy flaca, que debe de ser más borracha que los mosquitos. Las dos se van al mostrador, y piden dos tintas.
Palabra del Dia
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