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Actualizado: 3 de junio de 2025
Había leído en un café los diarios vespertinos, no encontrando en ellos nada que justificase la relativa tranquilidad de su amigo. Continuaban las noticias pesimistas y las alusiones á una probable prisión de las personas comprometidas en la escandalosa quiebra.
Se baten muy bien las claras con los azucarillos hasta que estén duras; se tiene antes batida la nata hasta que quede muy espesa; después se juntan las dos cosas, se echa luego el coco y se pone en hielo cuatro horas sin moverlo. Lo mismo se hace biscuit de avellana y de vainilla; el de café se cuece antes con un poco de leche y se echa al final como el coco.
Todo hombre lleva dentro un soldado... Cuando intenta levantarse para dar un paseo por las terrazas, ve venir hacia el café á un señor que le saluda con violentos manoteos y á continuación se asegura los lentes sobre la nariz. El príncipe tarda en reconocerle; adivina quién es por el timbre de su voz más que por su rostro... ¡El amigo Novoa!
Luego que estuvieron solos, Aviraneta dijo a su amigo que pues arreciaba el calor dentro del café, harían bien en salir a la calle y dar un par de vueltas, con lo que además de respirar el aire libre, podían hablar sin recelo.
Juan Pablo y Feijoo pertenecían a esta categoría; pero el segundo no se sentaba nunca en el diván, porque le daba calor la pana, sino en una de las sillas de fuera, tomando café en un ángulo de la mesa y volviendo la espalda a los individuos de la mesa inmediata. En cambio, D. Basilio Andrés de la Caña, que era vulgo, se sentaba siempre en el diván.
Vastos salones se suceden, al nivel de la calle, pudiendo contener algunos cafés muchos centenares de personas, y casi nunca queda un lugar desocupado. No hay un lugar donde los Españoles revelen mejor que en el café su invariable movilidad.
Bailan en un café moro. Pasan las bailarinas de Java, con su casco de plumas. Salen de su teatro, vestidos de tigres, los cómicos cochinchinos.
¿Qué productos de aquellos que la necesidad humana ha hecho precisos no brotan abundantes de esa tierra fecundada por el sol de los trópicos? El café, el cacao, el añil, el tabaco, la vainilla, cereales de toda clase, y en los dilatados llanos ganados en tanta abundancia como en nuestras pampas.
La gente se cansó de seguirla con los ojos, y fue esparciéndose por el paseo y el jardín de invierno, donde aguardaba el café humeando en las tazas. Ojeda entabló conversación con míster Lowe antes de volver a su mesa, ocupada ya por Maltrana.
Estáis en mi casa, y os invito. Si me decís que no, soy capaz de llorar. Entraron en un café, y durante media hora los robustos soldados del sombrero puntiagudo bebieron, riendo á carcajadas de las palabras y los gestos de la alegre vieja.
Palabra del Dia
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