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Actualizado: 25 de junio de 2025


Cabalmente tiene usted delante al mejor amigo del regente de la Audiencia. Al oír esto, don Zambombo abrió los ojos cuanto se lo permitía la carne de los párpados, y clavó la mirada en don Simón. Este se quedó como quien ve visiones. Y no era extraño. Pero, don Celso dijo sin poderse contener , ¿cómo es eso?...

Cabalmente los siglos medios serán objeto preferente de nuestras investigaciones, pues los albores del arte dramático, fin importantísimo de este trabajo, comienzan entonces á mostrarse débilmente en lontananza. Discutiremos luego si la indicada reunión de tan diversos elementos puede explicarnos claramente los orígenes del drama moderno.

Cabalmente son subscriptores también todos los hombres notables de la política y de la Bolsa. Sólo usted nos faltaba, como quien dice. En ese caso dijo don Simón comprendiendo entonces la intención del periodista, que no era seguramente la de regalarle el periódico , envíeme usted el recibo. A su tiempo, señor de los Peñascales.

Tío Manolillo, hace mucho frío, llueve, y yo no he dormido en tres noches, y si queréis que os oiga, metámonos á cubierto. ¿Y dónde, que no perdamos de vista esa casa? Cabalmente frente á ella hay una taberna. ¡Una taberna! yo tengo hambre y sed. Y yo también; vamos, que yo pago. Lo aprecio y lo recibo, porque no tengo blanca.

Tenía los ojos azules claros; el metal de la voz, vibrante, poco agradable, hierático en su monotonía, expresaba bien el fanatismo casi inconsciente de un alma que preparaban para el convento. La rubia hermosa, con brazos de escultura griega, no entendía cabalmente lo que iba diciendo, pero adivinaba el sentido de su arenga, y le daba el tono de intolerancia y de soberbia que le convenía.

Los vínculos... matrimoniales, vamos le interrumpí . ¿A qué andarnos con metáforas? Cabalmente replicó el médico. Pues lo dicho añadí yo . Está usted pensando con mi propio caletre y hablando con mi misma lengua. También se me había ocurrido esa salida un momento hace. ¿En serio? O en hipótesis. No es lo mismo. ¿Y por qué no ha de habérsele ocurrido en serio?

has pisado hoy malas yerbas, Simón... Ya hablaremos oportunamente de esas y otras cosas, con la necesaria tranquilidad. Ahora cumple el encargo que te he dado, y nada más. Cabalmente me hallas hoy en la peor de las condiciones para ocuparme en negocios que me obliguen a fatigar la cabeza con discursos ni con preocupaciones. ¿Se encuentra mal Vuecencia?

No alcanzaron siquiera a interesarme los chistes del galante mayoral que conocía los nombres de todo el mundo en el trayecto; que hacía llover cartas, periódicos y paquetes desde lo alto de la vaca; que mostraba sus piernas en frecuente y terrible proximidad a las ruedas, subiendo y bajando cuando íbamos a toda velocidad; cuya galantería, valor y conocimientos superiores en el viaje nos admiraban a todos los viajeros, reduciéndonos a un silencio envidioso, y que cabalmente entonces estaba hablando con varias personas con visible interés y entusiasmo.

Venga vuestra señoría conmigo; cabalmente doña Clara, según me ha dicho su dueña, no está de servicio. Vamos, pues dijo el padre Aliaga. Ruy Soto encendió una lámpara de mano, abrió una puertecilla y subió por una escalera de caracol. El padre Aliaga le siguió. Poco después Ruy Soto llamaba á la puerta del cuarto de doña Clara, y daba el recado del padre Aliaga.

¿Cuánto costará una provisión de capitán de la guardia española? dijo fray Luis quemando impasiblemente la carta de la reina á la luz del velón. Cabalmente está vacante la tercera compañía. Pero, ¡bah! ¡hay tantos pretendientes! ¡Cuánto! ¡cuánto! Lo menos, lo menos quinientos ducados.

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