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Actualizado: 5 de julio de 2025


Por primera vez, viendo entre la bruma este desfile de dreadnoughts, que evocaban la imagen de un rebaño de monstruos marinos de la prehistoria, se dió cuenta exacta Desnoyers del poderío británico.

No había a bordo grumete más ágil ni marinero más intrépido, ni nadie tenía la mirada más penetrante para descubrir a lo lejos la tierra velada por la bruma. Nadie apretaba con más gracia y presteza una gavia. ¡Y qué corazón!

En tiempo del paso de los gansos silvestres, Marcos Divès se apostaba de ordinario allí, cuando no tenía otra cosa que hacer; y algunas veces, a la caída de la tarde, en el momento en que las bandadas llegaban hendiendo la bruma y describiendo un amplio círculo antes de posarse, el contrabandista mataba dos o tres de aquellas aves, lo cual alegraba mucho a Hexe-Baizel, que siempre se hallaba dispuesta a llevarlas al asador.

Las pocas noticias adquiridas por los dependientes en casa del notario Hardoin no habían hecho más que aumentar su curiosidad y, mientras seguía con mirada distraída las espirales azuladas que flotaban delante de él como una ligera nube, iba evocando la delicada silueta que se le había aparecido en un marco de follaje a través de la bruma matutina. ¡Raúl!

De trecho en trecho humeaban al sol los estanques como inmensas cubas, conservando en el fondo un resto de vida en movimiento, un hormigueo de salamandras, arañas y moscas de agua en busca de rincones húmedos. Había allí un aire hediondo, una bruma de miasmas densamente flotante, que innumerables torbellinos de mosquitos espesaban.

No hacía más que mirar, mirar y hacer memoria de aquel tenebroso mundo en que había vivido, allá donde quedaban perdidos entre la bruma sus pasiones, sus ideas y sus errores de ciego. Florentina se acercó derramando lágrimas, para examinar el rostro de la Nela, y Golfín que la observaba como hombre y como sabio, pronunció estas lúgubres palabras. ¡La mató! ¡Maldita vista suya!

Pronto, igualmente, mi antigua ciudad nativa se me presentará al través de la bruma de los recuerdos que la envolverá por todas partes, como si no fuera una porción de este mundo real y positivo, sino una gran aldea allá en una región nebulosa, con habitantes imaginarios que pueblan sus casas de madera, y pasean por sus feas callejuelas y su calle principal tan uniforme y poco pintoresca.

El sol era una mancha tenue al remontarse entre telones de bruma. Los árboles lloraban por todas las aristas de sus cortezas. Un trueno rasgó el aire, próximo y ruidoso, como si estallase junto al castillo. Desnoyers vaciló, creyendo haber recibido un puñetazo en el pecho. Los demás hombres permanecieron impasibles, con la indiferencia de la costumbre.

A veces un soplo más fuerte de la brisa levantaba sordo rumor entre las ramas medio desnudas de los árboles. El arroyo estaba cubierto de una bruma blanca y espesa, por encima de la cual asomaban sus puntas los juncos y arbustos que crecían en las orillas. A la luz de la luna este manto de bruma resplandecía tan blanco como la nieve.

Un oscuro vapor de opio y de rocío se exhala de su halo de oro, y dulcemente, filtrando por la cumbre tranquila de la montaña, resbala perezosa y armoniosamente por el valle universal. El romero se adormece sobre la tumba, el lis se inclina hacia la onda. Envolviéndose en la bruma se hunde en el reposo.

Palabra del Dia

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