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Actualizado: 11 de mayo de 2025
La existencia de este rosal, por una extraña casualidad, se ha conservado en la historia; pero no trataremos de averiguar si fué simplemente un arbusto que quedó de la antigua selva primitiva después que desaparecieron los gigantescos pinos y robles que le prestaron sombra, ó si, como cuenta la tradición, brotó bajo las pisadas de la santa Ana Hutchinson cuando entró en la cárcel.
Me mordí los labios hasta que brotó la sangre. Pero a pesar de todo quise permanecer serena, quise desempeñar el papel de ángel protector. Roberto dije, te has equivocado gravemente con respecto a mí: nada he tenido nunca contra ti. Me he vuelto temerosa y arrogante en el extranjero, eso es todo. Debes armarte de paciencia para tratarme, debes tener confianza en mí... ¿quieres?
Todos ellos tenían la tez pálida, terrosa, los ojos mortecinos: en sus movimientos podía observarse, aun sin aproximarse mucho, cierta indecisión que de cerca se convertía en temblor. Los ojos de las hermosas y de los elegantes se encontraron con los de los mineros, y si hemos de ser verídicos, diremos que de aquel choque no brotó una chispa de simpatía.
Bendice á Dios tambien, triste en el mundo Has sido presa del dolor profundo Que roe el corazon, Hasta que un ángel que bajó del cielo Te dió en su labio plácido consuelo, Y te abrigó en sus alas con uncion. De su frente nacieron tres estrellas, Como ella puras, cual su rostro bellas, Que volaron á Dios En alas de la brisa rumorosa, Que repitió la queja dolorosa Que brotó el alma rota de los dos.
En medio de mi pena, de mi ternura humillada y del sombrío abatimiento en que me sumían las confesiones de Luciana, brotó de mí un relámpago de alegría. ¡Elena, al menos, es inocente y pura! ¿Hay, pues, mujeres leales, fieles y sin artificios y falsedades?
Dicho esto, lanzose sobre su adversario, atacándole en tercia o en cuarta, pues no entiendo una palabra de estas andanzas, ni él, ni su adversario, ni los testigos tampoco. Pero una oleada de sangre brotó de la punta del sable, unas gafas rodaron por el suelo, y el notario sintió aligerada su cabeza del peso de su nariz.
Palabra del Dia
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