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Actualizado: 14 de junio de 2025
En el fondo de la iglesia, frente al altar, había una gran reja que se alzaba desde el suelo al techo; tras esta reja percibíanse vagas claridades movibles y un murmullo sordo, de cuyo conjunto se destacaba de rato en rato una tos o una sílaba que repetían los ecos de la bóveda.
Los ojos de Batiste, habituados á la lobreguez de la bóveda vegetal, vieron con toda claridad á un hombre que, apoyándose en la escopeta, salía tambaleándose de la acequia, moviendo con dificultad sus piernas cargadas de barro. Era él... ¡él! ¡El de siempre!
Todos en un grupo, respirando el fresco de la noche, contemplando la luna que salía por la bóveda desgarrando jirones de nubes de forma caprichosa, cantaban a la vez o por turno y hablaban en voz baja, como respetando la majestad de la naturaleza dormida, con languidez del cuerpo y del alma. Don Víctor era más soñador que ninguno de los presentes.
Me decía un pintor en una ocasión que presenciábamos la puesta del sol: Vea usted ese horizonte desconocido completamente fuera de las regiones intertropicales, y dígame si habrá quien pueda soñar esa clase de tintas. Aquel artista tenía muchísima razón. El pincel es impotente ante la insondable bóveda de los trópicos.
Ángeles dorados tocaban el violín cerca de la bóveda, a la que trepaban los relieves platerescos de los órganos; detrás del coro, en lo alto de las naves laterales, las ventanas y rosetones dejaban pasar la luz deshaciéndola en rojo, azul, verde y amarillo.
En cuanto á éstos, corrían y jugaban á lo largo del arroyo subterráneo, en los lagos cristalinos, bajo la ducha de las cascadas; se divertían ocultándose en los tenebrosos corredores como los niños de nuestros días en los andenes de los jardines, y tal vez en medio de sus alegres proezas treparan por las paredes para sorprender á los murciélagos en sus negros refugios, practicados en la bóveda.
Los faroles situados en torno del monumento iluminaban sus bases gigantescas y los pies de los grupos escultóricos. Más arriba se cerraban las sombras, dando al claro monumento la negra densidad del ébano. Atravesaron la plaza y el Arco. Al verse bajo la bóveda, que repercutía, agrandado, el eco de sus pasos, se detuvieron.
Interrogaciones son estas que solo con hipótesis contestan las generaciones presentes. Jadeantes, rotos y hambrientos dirigimos la última mirada á la bóveda del calizo sarcófago, jamás hollado hasta entonces por planta europea, comprendiendo el placer de la libertad al divisar por la abertura de la peña las azules ondas que no encuentran dique hasta besar las arenas de las americanas playas.
Los bajo-relieves de los tímpanos de la bóveda son medallones á la manera italiana, con bustos de tan alto relieve que parecen los personages esculpidos asomados á los marcos en que se contienen. Cada tímpano presenta dos de estos medallones, y en medio un nicho con su repisa gótica destinada al parecer á una imágen.
De todo lo cual resultaba a menudo que cuando más embebecido en su obra estaba Carlitos, hacía el aparato ¡crac! saltaban algunas de las piezas más importantes, dislocábanse con esto otras cuantas, y la bóveda celeste padecía un completo trastorno, como si fuese llegado el día del juicio final.
Palabra del Dia
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