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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Habían entrado en la Colegiata, donde Nieves, después de rezar sus devociones, había visto cuanto era digno de verse y la fue enseñando don Ventura, con su paciencia y amabilidad acostumbradas. Después habían entrado en la botica. Allí descansaron y hablaron largamente.

Falleció de cólico miserere, y he de decir, en aplauso de Torquemada, que no se omitió gasto de médico y botica para salvarle la vida á la pobre señora.

Naturalismo espiritual i Al entrar en la calle de Mira el Río, encontraron a Severiana, a quien doña Lupe había visto algunas veces. Llevaba un vaso con medicina, tapado con un papel a estilo de botica antigua.

Pero vino una denuncia del subdelegado; se vio obligada a traer un regente con título; y como el producto de la botica no era bastante para pagar este sueldo y mantenerse, la enajenó al fin a uno de sus cuñados que tenía un hijo en Madrid estudiando la carrera de farmacia. Con el dinero que le dieron puso una tiendecilla heterogénea, bisutería, mercería, cacharrería, debajo de los arcos.

Todos los momentos que la farmacia le dejaba libre, aprovechábalos para correr a casa de su amigo y prestarle cualquier servicio que estuviese a su alcance: era tan bueno, tan cariñosote, tan respetuoso, que apesar de la distancia que los separaba y que el boticario se complacía en reconocer, D. Bernardo condescendió magnánimamente a tratarle, a dejar que le acompañase en el paseo y hasta a dar alguna que otra vez una vuelta por la botica y jugar allí un tresillo.

Ahora, usted a volver la vida a la pobre Nieves, y yo a la botica con la buena nueva. Quisiera tener alas para llegar de un vuelo desde aquí. Aguarde usted un instante... Entérese de esa carta que tengo en el bolsillo desde ayer tarde: la que armó la tempestad. «Nacho...» ¡Hola! ¿Del sobrinito, eh?... ¡Demonio!... ¡demonio!

Ahora le llaman el distinguido pensador. ¿A que no le llaman a usted así, a pesar de lo mucho que piensa? Porque usted no piensa con juicio y él . Por la noche estaban en la botica, además de Ballester, los dos practicantes Padilla y Rubín.

Se reconocieron; y dijo al instante Leto: He andado buscándole a usted por todo Villavieja. Y yo venía dudando dijo a su vez el comandante , si colarme ahora en la botica para hablar con usted delante de don Adrián, o dejarle recado para que se viera conmigo en mi casa. ¿Luego tiene usted algo grave que decirme? observó Leto casi afónico y temblándole todas las entrañas.

Al disponerse para salir, llegó don Claudio que había ido a buscarlos a Peleches media hora antes, creyendo hallarlos en casa todavía. Desde la botica, y como ya el calor no molestaba mucho, se fueron los tres hacia el muelle, y luego por la Campada... y por la Ceca y la Meca.

Por ejemplo: está cantando a media voz... en la botica o en su cuarto, porque él nunca está de mal humor... Digo que está cantando, y cantando bien, eso es... cosas de teatro que oiría en Madrid, creo yo, porque no se parece el cántico a los de acá... La voz es llena y de hombre, bien templada... vamos, una buena voz a mi entender: pues llego yo, o llega cualquiera: ya le tienen ustedes turulato, como si hubiera cometido un pecado mortal.

Palabra del Dia

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