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Nepomuceno había tenido que quedarse porque el alemán era muy delicado, ahora que se aproximaba la boda, en materias del qué dirán, y no gustaba de que a tales horas pudieran encontrar por las calles oscuras a su hija acompañada de su prometido, aunque Körner fuera con ellos.

No digo que no; pero soy su tío, y el tío protesta y dice que esa boda es un disparate. Jaime le miró con asombro. ¡Disparate casarse con un Febrer! ¿Acaso deseaba algo mejor para su sobrina?... Disparate por parte de ellos y disparate por tu parte afirmó Valls . ¿Te has olvidado de dónde vives?

Doña Brígida, su inflexible esposa, no quiso concedérselo, sin haberle soltado antes una buena rociada de adjetivos resquemantes, entre otros el de borracho. Don Roque sufrió con resignación el desacato, y no hizo nada de más. En la morada de los Belinchón habían comenzado los preparativos de boda.

Desde entonces comenzó Demetria á mejorar tan rápidamente que á los cuatro ó cinco días estaba ya como si no le hubiera pasado nada. Anudóse de nuevo la felicidad de aquellas horas que habían de terminar pronto en la de su boda. Sólo turbaba su dicha el recuerdo que alguna vez le asaltaba de la escena con el bandido Plutón. Cuando le veía, aunque fuese de lejos, el corazón le daba un vuelco.

¡Ah! ¡! ¿Se trata de boda? ya lo había yo olido. Pero de nada menos que de eso me ha hablado el rey. No importa, yo represento como madrina á la reina. ¡Ved ahí qué casualidad, que nos hayan buscado á los dos para representar un matrimonio! ¿Y los testigos? Son de la casa. ¿Se trata de un casamiento secreto? No, señor; sino de un matrimonio de conciencia.

Los informes de la señorita de La Treillade sobre la boda de Fabrice, aunque tan maliciosos en la forma, eran bastante exactos en cuanto al fondo, y nos dispensan de entrar en más detalles acerca del particular.

Fuera de esto, Juana se pintaba sola para disponer cualquier pipiripao o banquete que debía o quería dar algún señor del pueblo, ya con ocasión de boda o bautizo, ya para obsequiar al diputado, al señor gobernador o al propio obispo si venía a visitar la villa.

El recibimiento que me hizo Mary borró todas mis inquietudes. Salí de casa de Recalde loco de contento. Al llegar a mi casa le dije a mi madre que me casaba con Mary; ella no replicó; mas al día siguiente me dijo que Mary era una buena muchacha, pero que podía haber hecho una boda mejor. Yo le advertí alegremente que no se trataba de hacer una buena boda, sino de ser feliz.

De repente se levantó, asió una mano á doña Clara, la estrechó contra su corazón y exclamó: Explicadme, señora, explicadme este misterio que me vuelve loco. Cuando seáis mi esposo. Pero eso será pronto... ¿No me veis vestida de boda? la corona nupcial de mi madre, las joyas que llevó en una ocasión semejante, me adornan: á falta de traje á propósito la reina me ha regalado éste.

Clotilde me asegura que su hija se casará con mi nieto. Ella, claro, hace todo lo que puede, por respeto a y porque, realmente, le parece bien la boda. Pero... no ... me parece que la muchacha no está decidida. Y yo quiero salir de una vez del paso. Por eso he venido a verla a usted. ¿Y qué puedo hacer yo? Clotilde me ha dicho que usted tiene mucha influencia sobre su hija.