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Actualizado: 12 de julio de 2025
Ocupó solemnemente su pequeña poltrona, ordenó sobre la mesita los montones de libros y quedó mirando el rostro gigantesco de su amigo, que sólo estaba á un metro de distancia de ella. No necesitaba Flimnap de bocina, como en otras ocasiones. Podía expresarse sin esforzar su voz, que era naturalmente armoniosa y contrastaba con su exterior algo grotesco.
Nos proveemos de dos billetes de interior, ocupamos nuestros asientos, la hora se acerca, los viajeros se dan prisa, la bocina del conductor da la señal, muévese el carruaje y los Campos Elíseos quedan á la derecha. He dicho carruaje, y en verdad que no es este el nombre que más le cuadra. El ómnibus que nos conduce es una lancha cañonera, y una tribu que anda dentro de una casa de palo.
Azorín pasa toda la mañana leyendo, tomando notas. A las doce, cuando tocan el caracol a modo de bocina para que los labriegos acudan, baja al comedor.
Aunque todo aquello me lo decía en voz baja, me sonaban sus palabras en los oídos como si las profiriese con bocina. Sin embargo, no quise dar el brazo a torcer, y escuché la historia con una indiferencia que, ¡ay!, estaba muy lejos de sentir. Hasta tuve fuerzas para formar una sonrisa y decir: ¿Cree usted que me matará?
Tomó un coche en la Puerta del Sol y dio las señas. Pocos minutos después se bajaba delante del hotel que ocupaba el marqués. Preguntó al portero. El señor y la señora habían salido hacía ya una hora con su primo el marqués del Lago y una señorita. ¿No sabe usted dónde han ido? No, señor..., pero aguarde usted un momento. Tomó la bocina del tubo acústico y llamó.
7 Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento músico, todos los pueblos, naciones, y lenguas, se postraron, y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado. 9 Hablando y diciendo al rey Nabucodonosor: rey, para siempre vive.
Para Praschcu la guerra no era más que una serie de comilonas y de borracheras. Belcha y el Corneta de Lasala iban acompañando a Bautista. Su apodo procedía de su oficio de capataz de los que dan la señal para el comienzo y el paro del trabajo con una bocina. Los de la partida llegaron a media noche a Arichulegui, un monte cercano a Oyarzun, y entraron en una borda próxima a la ermita.
Cubierto el puente de caliente sangre Izando al tope flámula de honor Ha visto la bandera de un Imperio Sepultarse entre el humo del cañon. Y al pasar por su costado Brown que el combate ordenaba Con su bocina de mando A los bravos saludaba. En el Juncal, donde con pecho fuerte Clamaban todos: «Libertad ó muerte!»
El mar se aleja en una inmensa mancha verde; se mueven, suavemente balanceados, los barcos; las grúas suenan con ruido de cadenas; chirrían las poleas; se desliza rápido, en la lejanía, un laúd con su vela latina y sus dos foques. Y rasga los aires una bocina ronca con tres silbidos largos y luego con tres silbidos breves. Sale un vapor.
Miró verticalmente la barquita del pigmeo, que se mantenía junto á una de sus pantorrillas, y reconoció á Ra-Ra. Este, puesto de pie y con las dos manos en torno de su boca formando bocina, se limitó á gritar: Va á ser esta noche; lo sé con certeza.... Y ahora continúe su trabajo. No me hable.
Palabra del Dia
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