Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 12 de julio de 2025
Desde donde estábamos, a veces, se oían las conversaciones de la gente en el Rompeolas; a veces, en cambio, no llegaban hasta nosotros los gritos del atalayero con su bocina. Los marineros iban perdiendo tono; cuanto más tiempo tardáramos en intentar atravesar la barra, nuestra probabilidad de pasar era menor.
El capitán del buque que se hundía, puso sus dos manos ante su boca en forma de trompa, y por medio de esta bocina improvisada dijo no sabemos qué cosa al grumete que tuvo la atención de formar también con su mano una especie de trompeta acústica.
Y además, por pasar el tiempo. Pero no podrá usted dejar de confesar que infundía respeto en su banco de encina, con sus guantes blancos y su pechera, el día de la fiesta de la parroquia de San Juan. Yo prefería verle en el puente, con un hacha en la mano y su bocina en la otra respondió el ex artillero-cirujano-calafate llenando su vaso.
Entonces el bravo Massareo volvió hacia el barco mudo el enorme orificio del instrumento y gritó: ¡Ah de la tartana!... ¡ah! Después bajó la bocina, se llevó la mano a la oreja para no perder ni una palabra, y escuchó atentamente. Nada... Profundo silencio... ¿Eh? dijo al primer contramaestre que estaba cerca de él.
Llegado el escudero ante el príncipe detuvo su caballo, tocó por segunda vez la bocina que llevaba suspendida del cinto y dijo con sonora voz y marcado acento bretón: Vengo como heraldo y escudero de mi señor, noble y esforzado caballero y súbdito fiel del muy poderoso rey Carlos de Francia.
Hay situaciones verdaderamente oportunas, como aquella en que un marido ve á su mujer dentro del miriñaque, y suponiendo que no podria oirle á la distancia que el miriñaque hacia necesaria, la está hablando con una bocina. Salimos del pasaje, atravesamos luego la plaza de la Bolsa, y á los pocos momentos entrábamos en el Establecimiento de caldo, calle de Montmartre, número 43.
Al comenzar la noche, un criado, para anunciar la comida, hacía resonar por los corredores, en su bocina de plata, a la moda gótica, una harmonía solemne. Yo, entonces, me levantaba y entraba en el comedor majestuoso y solitario. Una multitud de lacayos, con libreas de seda negra, servía, en un silencio de sombras que resbalan, las vituallas más raras y los vinos más costosos que joyas.
Entonces estaba tan cerca, que se oían las voces de mando de los oficiales ingleses. Muchachos, a vuestras piezas dijo Kernok precipitándose hacia un banco con la bocina en la mano ; a vuestras piezas, y ¡voto a tal! no hagáis fuego sin que os lo manden. ¡El abordaje!... ¡El abordaje!... Unos se suspenden de las jarcias, otros se lanzan hacia los obenques. VÍCTOR HUGO, «Navarin».
El aire frío, la bocina de algún automóvil, el eco de sus propios pasos en la acera, todo parecía perseguirle, hablarle de ella, sugerirle visiones monstruosas de infidelidad y de falsía. Se imaginaba casado y engañado en seguida. A cada instante le asaltaba la tentación de volver a casa de Charito. Por momentos reflexionaba con una gran lucidez.
Unos contemplan silenciosos los variados paisajes de la orilla, otros juegan á las cartas ó conversan en medio del estruendo de las palas, ruido de la máquina, silbidos de vapor que se escapa, mugidos de agua removida, pitadas de la bocina.
Palabra del Dia
Otros Mirando