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Actualizado: 12 de junio de 2025
Dimos la primera vuelta, pasando por el sitio donde había zozobrado la lancha, y recogimos dos náufragos; luego volvimos a dar otra vuelta y pudimos salvar otro; a la tercera vuelta, no encontramos a nadie. Faltaban Agapito, el novio de Genoveva, y tres muchachos más. Nuestros remeros estaban rendidos. Nos acercamos a las puntas, y el atalayero con la bocina nos mandó detenernos.
Era el mismo aucamiento de la otra noche, pero sordo, quedo, ronco, como si el que lo lanzaba tuviese miedo de que el grito se esparciese demasiado, colocando sus manos en torno a la boca para enviarlo con esta bocina natural únicamente hacia la torre. Pasada la primera sorpresa, rio silenciosamente, encogiendo los hombros.
Se apartó el vehículo-lechuza, sin que por esto la traductora, dejase de dar órdenes á través de su bocina. Gillespie, después de convencerse de que no quedaban cerca de él personas ni animales á los que pudiera aplastar, empezó á incorporarse. Sus piernas, tras una inmovilidad de tantas horas, estaban entumecidas y se resistían á obedecerla.
Entonces llamó a su teniente Santiago, pero éste, creyendo que se trataba de mandar el fuego, había desaparecido con la rapidez del relámpago. ¡Santiago! repitió. Señor capitán, está en el fondo de la cala; dice que le ha enviado usted para que vigile cómo sacan la pólvora. ¡El miserable! ¡Por Santiago! que le traigan muerto o vivo; y tú, Alvarez, dame mi bocina de combate.
Está bien, don Melchor dijo Baldomero dirigiéndose hacia la caballeriza por el caminito del jardín en el que quedaron visibles, a la luz del farol del corredor, las hondas huellas de sus botas. ¡Baldomero! gritó Melchor aproximándose al límite del corredor, hasta recibir algunas gotas de lluvia y haciendo bocina con la mano, ¡que los acompañe Hipólito hasta la tranquera!
De noche, cuando la campana del puente marca el paso de cada media hora, el vigía contesta allá arriba con otra campana y grita a través de la bocina unas palabras que, en la obscuridad, parece que vienen de las nubes. Es un bramido en alemán como los que suelta el dragón que mata Sigfrido en la selva.
Había una fuente en que Galatea se recostaba sobre las olas, y sus corceles azules como el mar sacaban los pies palmeados, mientras algunos tritones soplaban, hinchados los carrillos, en la retuerta bocina.
También se podría sostener que el ruido de unas botas nuevas anima al que las lleva y le impulsa a continuar su camino... Dicen que sirve como de bocina para avisar a los carros que vengan en dirección contraria, y es indudable que al ruido de unas botas nuevas cabría atribuirle asimismo un objeto muy semejante... Yo me he pasado horas y horas oyendo la voz de los carros gallegos.
Sonó junto a una ventana del comedor un rugido de fiera rabiosa, un baladro amplificado por el tubo de una bocina. A continuación, el tableteo de varios rayos imitados con choques de latas y las sinuosidades de un trueno repiqueteado sobre el parche del bombo. Todos los ojos se volvieron hacia la entrada del comedor. Alguien iba a llegar.
Su voz de dolor y desdén vuela deshecha en las ráfagas del viento. El hijo de Peregrino el Rau hace bocina con las manos. Muchachos, vamos a largar. El viento es contrario y no llegaremos en toda la noche. Si no ocurre avería mayor. Más valía esperar. Al nacer el día acaso salte el viento. ¿En qué año nacisteis?¡Un rayo me parta si no habéis nacido en el año del miedo! ¡A embarcar, rediós!
Palabra del Dia
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