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Actualizado: 5 de junio de 2025
Todo duerme bajo el polvo de la muerte Y la voz del tiempo rudo va segando nuestra raza". "En los pechos y en los brazos falta ya el viril denuedo Y en la frente el entusiasmo y en las bocas la palabra: Y la patria llora, llora, de sufrir el cautiverio, Y no hay hombres, no hay soldados, no hay valientes no hay espadas..."
La multitud se arremolinó, movida por el regocijo, y exclamaciones de alegre curiosidad salieron de muchas bocas. Desfilaba la parte grotesca de la procesión, conservada por el espíritu tradicional como recuerdo de las épocas más religiosas de nuestra historia, que unían siempre el regocijo a la devoción.
Entonces la desmayada esperanza de algún buen suceso estaba lejos de los pechos de mis pescadores; pero cobrando aliento en las muestras alegres con que vieron recebirme, les hizo brotar por los ojos el contento y por las bocas las gracias que dieron a Dios del no esperado beneficio: que ya le contaban, no por beneficio, sino por singular y conocida merced.
Como un inmenso murmullo de marea, todas las bocas confirmaron a coro: Amén. La reina se levantó, y se sentó en el trono, junto al rey, resplandeciendo de santidad y de hermosura. Y en la atmósfera vibró un coro de invisibles ángeles, mientras se retiraban lentamente el gran inquisidor de Felipe II y sus demás acompañantes, de vuelta al palacio de la calle del rey Francisco.
Algunos que desembarcaron en Méjico acababan por establecerse en los confines de la Patagonia. Otros, abandonando la vida regalada a orillas del Pacífico, lanzáronse a través de bosques y desiertos, siguiendo el curso de ríos como mares, para salir al Atlántico por las bocas del Amazonas. El pie incansable valía tanto en ellos como la mano férrea y el ojo de pájaro de presa.
Pero en aquel momento en que la alegría brotaba de todos los pechos y fluía de todas las bocas en francas, interminables carcajadas, un estampido horrible la cortó repentinamente. Plutón, por divertirse, había colocado un cartucho de pólvora de los que sirven en las minas para los barrenos sobre el alféizar de la ventana y le había dado fuego. La ventana saltó hecha pedazos.
Las dos hileras de cabezas asomadas á las diversas cubiertas vieron salvavidas que flotaban vacíos, un bote con la quilla en el aire, grupos de maderos pertenecientes á una balsa construida con precipitación y que no había llegado á terminarse. De pronto, un alarido de mil bocas, seguido de un fúnebre silencio... Pasó un cuerpo de mujer tendido de espaldas sobre unos tablones.
Callad por Dios, condesa exclamó el duque ; lo que en vuestra bella boca es una chanza ligera, en las bocas de víboras que pululan en la sociedad, sería una mortal ponzoña. No tengáis cuidado: no seré yo quien tire la primera piedra. Soy indulgente como una santa, o como una gran pecadora; sin ser ni lo uno ni lo otro.
Se adelantó él efectivamente y cuando hubo llegado salieron de pronto los enjambres y le cubrieron todo, cabeza, rostro, manos, como si de repente hubiera quedado negro. Un grito de susto salió de todas las bocas. ¡No hay cuidado! exclamó don Germán en voz alta . No se muevan ustedes.
Y le declaramos conforme a estas palabras. ¿Podíamos nosotros saber que había de decir: Haced venir a vuestro hermano? 10 que si no nos hubiéramos detenido, cierto ahora hubiéramos ya vuelto dos veces. 12 Y tomad en vuestras manos doblado dinero, y llevad en vuestra mano el dinero vuelto en las bocas de vuestros costales; por ventura fue yerro.
Palabra del Dia
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