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Actualizado: 23 de octubre de 2025


Pero la atención de todos se apartó de este ensañamiento de la bestia, para fijarse en Gallardo, que atravesaba la plaza con menudo paso, cimbreante el talle, en una mano la plegada muleta y moviendo con la otra la espada cual si fuese un bastoncillo. Todo el público del sol aplaudió, agradecido por esta aproximación del espada.

Sesenta y cuatro... sesenta y tres; ya no faltaban más que sesenta y tres kilómetros para llegar a Buenos Aires. ¡Bestia de ! Siempre se llega demasiado pronto. ¡Para lo que se encuentra al final!... Y una sonrisa de cansancio dejaba al descubierto su dentadura con engastes de oro. Ernestina expuso sus ilusiones, acompañándolas con un gesto de humildad. Ella era artista y ansiaba la gloria.

Quiero venir á la fuente, 1585 Porque que es el lugar Adonde os tengo de hallar, Y donde sois pretendiente. ¡Buen oficio me habéis dado! Ó de bestia ó de aguador. 1590 DO

Todos sentían por igual el deseo de resarcirse de las privaciones, de acallar la bestia que llevaban dentro, irritada y despierta por una vida de bruscos cambios, tan pronto en la abundancia loca y despilfarradora del saqueo, como en las penalidades de la marcha por llanuras interminables, sin ver el menor rastro de vida.

De la hija de mi mujer replicó Platón con gravedad, echando una mirada de desdén al cuadro de las trenzas. Yo creí que eran de... balbució la dama sin atreverse a acabar la frase . Y la joven a quien pertenecía ese pelo, ¿dónde está? En el cementerio gruñó Izquierdo con acento más propio de bestia que de hombre.

Y cogiendo a su hermano en brazos como si fuera un chico lo metió en el coche y detrás se introdujo él. El cochero arreó a la bestia y el carruaje se deslizó velozmente y sin ruido sobre la nieve. Mientras caminaban, Santiago teniendo siempre abrazado al pobre ciego, le contó rápidamente su vida.

VALDEMAR. No eres un padre; eres una bestia feroz. Coged a ese monstruo y encadenadle. ¡Como una fiera, se lo llevaremos enjaulado al emperador! ¡Prended fuego por los cuatro costados a ese castillo maldito! ¡Que no quede nada de este nido lúgubre! ¡Que la inmensa hoguera se eleve, en media de la obscura noche, a los cielos! ¡Así festejaremos tu boda, duque Enrique, desgraciado amigo!

Por la boca de la princesa asomaba, y volvía á ocultarse para aparecer de nuevo, la cabeza de una horrible serpiente... ¿Sabes lo que era aquella inmunda bestia? Pues un pecado que la princesa había querido ocultar á su confesor y que tomaba la forma de un reptil para no abandonar su cuerpo. Y el Padre Paulí, con su voz trémula de predicador horrorizado, hacía estremecer á la joven.

Barigüí, siempre danzando y berreando ante el hombre, esquivaba los golpes. Maniobraron así cincuenta metros, hasta que el chacarero pudo forzar a la bestia contra el alambrado. Pero ésta, con la decisión pesada y bruta de su fuerza, hundió la cabeza entre los hilos y pasó, bajo un agudo violineo de alambres y de grampas lanzadas a veinte metros.

Me veo acusado y perseguido, sólo por haber curado a un hombre del partido contrario, a un infeliz, que perseguido como una bestia feroz, vino a caer moribundo en mis brazos. ¿Será posible que las leyes de la guerra conviertan en crimen lo que la moral erige en virtud, y la religión en deber? ¿Y qué me queda que hacer ahora?

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