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Actualizado: 3 de julio de 2025


Su nacimiento y su fortuna le inspiraban respeto y benevolencia, lo mismo que a Gallardo. Ocupábanse de ella con sonrisas de admiración. Los mismos hechos en otra mujer habrían dado suelta a un raudal de comentarios irreverentes, comparándola a la bestia rapaz de gruesa cola que es protagonista de muchas fábulas. En Sevilla continuaba el apoderado lleva una vida ejemplar.

Avanzó Juliana hacia ella sonriendo; pero al través de la sonrisa, hubo de vislumbrar Nina la autoridad que la ribeteadora había sabido conquistar allí, y se dijo: «Esta es la que ahora manda. Bien se le conoce el despotismo». A las arrogancias revestidas de benevolencia con que la acogió la tirana, respondió Nina que no se iría sin ver a su señora.

Tal vez estas consideraciones, unidas á las sonrisas de Eva y al humilde silencio con que Adán acogió las reprimendas del Señor, ablandaron el corazón de éste. Pareció arrepentirse de su anterior severidad, y añadió con un tono de benevolencia: No esperéis que os perdone, permitiendo que volváis á disfrutar por segunda vez los placeres del Paraíso.

Macías, joven caballero castellano, se encamina á Córdoba para hacer allí fortuna en la corte de Enrique de Villena, gran Maestre de Santiago. La casualidad hace que, no lejos de la ciudad, salve la vida á un caballero atacado por salteadores. Este caballero es el mismo gran Maestre, que después lo acoge con singular benevolencia á causa del servicio que le prestara.

La cultura moral depende, también, del ejercicio de la generosidad, el amor, la simpatía, la benevolencia, la ecuanimidad, la dulzura, la consideración para los padecimientos de los otros; que hacen el cultivo de las células o de las conexiones correspondientes en los órganos respectivos, y en la propagación del Evangelio por el sable, sin lástima para los sufrimientos de los herejes, los españoles la perdieron también para los de los fieles, y así nació la famosa crueldad, que conocieron y aprendieron los Países Bajos, la Italia y la América en ocasión de la conquista, la colonización y la emancipación.

Pero bien pronto su terror se trocó en sorpresa al ver que, lejos de mostrarse indignado el viejo por haberle visto en compañía de los frenéticos de la Fontana, estaba un poco menos adusto que de ordinario, y hasta llegó á manifestar cierta benevolencia, que era en él cosa muy rara. Aquella noche y á la mañana siguiente volvió Lázaro á intentar la difícil empresa de ver á Clara.

Las señoras hablaban tres lenguas de primer órden, mostraban en todo muy buen sentido, un sentimiento natural de sencillez y candor, una conciencia pura, pero muy poco persuadida de la importancia de su sexo, un espíritu de hospitalidad sincera, afectuosa y sin ostentacion, mucha curiosidad de los cosas sociales, y sobre todo una exquisita benevolencia de inclinaciones y de afectos de familia.

Contra su costumbre y naturaleza, Pinedo quedó un poco turbado, tal vez porque no le hiciera gracia presentar su hija a esta vistosa señora. Repúsose instantáneamente, sin embargo, y respondió inclinándose con galantería: Y a ver si Dios me concede unos tropezones tan desagradables como el que ahora he tenido. Clementina sonrió con benevolencia.

El Rey, a quien se había hablado con tal objeto, acogió la idea con gran benevolencia, y, en su efecto, Arturo debía entrar poco después en el Seminario, únicamente por fórmula, recibir después las órdenes y pasar con rapidez de los grados inferiores a los primeros puestos de su nuevo estado.

Las carcajadas atronaban el café, y Rubín se acercó al grupo principal, diciendo con la mayor serenidad del mundo y en tono de benevolencia y compasión: «Señores, no burlarse de este pobre señor que no tiene la cabeza buena. Un trastorno mental es el mayor de los males, y no es cristiano tomar estas cosas a broma. Denle un poco de agua con aguardiente».

Palabra del Dia

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