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Actualizado: 1 de junio de 2025
Bebió dos tazas de café negro y espeso, y encendió un cigarro enorme, quedando con los codos en la mesa y la mandíbula apoyada en las manos, mirando con ojos soñolientos a los huéspedes que poco a poco ocupaban el comedor.
Bebió el agua milagrosa, mezclándola con las lágrimas que arrancaban á sus ojos la piedad y el dolor, y penetró en el santuario, donde pasó orando y llorando la mayor parte de la mañana. Cuando salió á recorrer aquellos campos, hollados por la planta del santo labrador, vió que el cielo se había nublado, y oyó decir á las gentes que se le iban á mojar las polainas al Santo.
Excitado por la murmuración, don Benigno bebió algunos vasos más de los acostumbrados, y el capellán no quiso quedarse atrás. Cuando los tertulios salieron de la tienda formando la clásica cadena, don Segis advirtió con satisfacción que la pierna entumecida le pesaba menos, y se lo hizo observar a don Benigno, que le dió por ello la enhorabuena.
La miró Julio, pasmado en medio de un quejido, y bajando los ojos, desde los serenos de la niña hasta la limosna refrigerante del agua, bebió ansioso y dejó de quejarse. Carmen, llena de misericordia, se sentó callandito cerca de la cama, y allí se estuvo con las manos cruzadas sobre el regazo, con una blanda actitud de meditación y de tristeza....
11 Entonces alzó Moisés su mano, e hirió la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. 12 Y el SE
Antes que don Casiano se llevase á la boca el vaso lleno que tenía en la mano le dijo con ímpetu: Pero vamos á ver, hombre, acabe usted de una vez, ¿qué diablo le trae á usted por aquí? El actuario bebió el vaso de sidra con toda calma, lo depositó igualmente en el poyo, sacó el pañuelo y se limpió la boca tres ó cuatro veces con más sosiego aún bajo la mirada impaciente de D. Félix.
Pues, hijo, como hemos bebió mucho más de lo que era menester y la noche está para freírse María Santísima, andaba dando vueltas por las calles como un papamoscas y se me ocurrió venir á ver si Pepe y Paca habían salido á la calle á tomar el fresco. Pues hazte cuenta que lo mismo me ha ocurrido á mí. Hubo una pausa embarazosa.
Apostaria la cabeza á que no fué este vino el que bebió el capitan Gerardo Lobo cuando escribia: Ahogo despues mis anhelos En ese licor divino A quien otros llaman vino, Porque vino de los cielos. Siempre que bebo ... no, esto no es beber; es atragantar. Siempre que atraganto una copa, tengo que parodiar por fuerza las últimas palabras de Bruto.
Corrí a buscar el agua, y cuando se la traje, bebió con ansia. Pareció tomar con esto nuevas fuerzas: íbamos a seguir, cuando un gran estrépito nos dejó sin movimiento. El palo mayor, tronchado por la fogonadura, cayo sobre el combés, y tras él el de mesana. El navío quedó lleno de escombros y el desorden fue espantoso.
Y llevándose el frasco a los labios bebió hasta la última gota, lo lanzó después lejos de sí y apoyando los brazos en la mesa dejó caer sobre ellos la cabeza. Bebimos una vez más a la salud del Rey y es todo lo que recuerdo de aquella noche. Que no es poco recordar. Al despertarme no hubiera podido decir si había dormido un minuto o un año.
Palabra del Dia
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