United States or Somalia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Hablamos cuatro palabras nada más; y volví y me colé en la casa; y me hice amigo de la tía y hablamos; y una tarde salió el picador de entre un montón de banastas donde estaba durmiendo la siesta, todo lleno de plumas, y llegándose a me echó la zarpa, quiero decir, que me dio la manaza y yo se la tomé, y me convidó a unas copas, y acepté y bebimos.

Yo también marino añadió él . ¿Usted español? , español. Yo, holandés. Los dos marinos..., los dos borrachos. Buenas amistades. Después de decir esto y estrecharme la mano, el holandés se sentó a mi mesa. Bebimos juntos. El holandés era capitán de la corbeta Vertrowen.

Nos embarcamos, y seguimos aguas arriba, hasta la noche que nos acampamos en la orilla, bebimos agua dulce con alguna mezcla de salada, como la de la mar. Al amanecer volví á buscar el bergantin, que me tenia con bastante cuidado el tenerlo fondeado afuera, dejando el reconocimiento del rio principal para despues de tenerlo asegurado adentro.

Es verdad: ella tembló cuando me oyó hablar así, pero eso no le impidió reconocer que podía, que debía esperar. Todavía no he dicho a usted todo lo que medió entre nosotros. Dos días antes de nuestra última entrevista, la acompañé al monte Chesand; bebimos en una fuente; yo después que ella hubo bebido, apuré de su copa el agua que había dejado: me pareció que oprimía sus labios con los míos.

Este relato contribuyó a amenizar el término de nuestra cena, y bebimos una botella de champagne en obsequio al demonio familiar de Fabert, pidiéndole que se dignara tomarnos también bajo su protección y hacernos ganar algunas batallas semejantes a las de Collioure y La Marfée.

Itchaso tenía preparada una botella de vino de Burdeos, añejo, que conservaba en el casco polvo y telarañas. Llenó dos copas; luego levantó la suya, y dijo: Por el país vasco, mi oficial. Por España. Por Francia. Chocamos las copas, bebimos, y el viejo comenzó su narración de este modo: Soy de Guethary, un pueblo pequeño próximo a España, y que quizá usted conozca. Allí pasé mi infancia.

Vistos desde el tren, parecían habitantes de la Luna contemplados desde la Tierra, ó habitantes de la Tierra contemplados desde la Luna, ó más bien parecían un accesorio fijo y permanente de aquel cuadro, como las figurillas humanas que ponen los pintores en los paisajes. Y á las siete y veintiocho llegamos á Cantalapiedra, famosa hoy por su agua potable, que no bebimos.

"Por Dios, que me ha sabido como si hoy no hobiera comido bocado." "¡Ansí me vengan los buenos años como es ello!" -dije yo entre . Pidióme el jarro del agua y díselo como lo había traído. Es señal que, pues no le faltaba el agua, que no le había a mi amo sobrado la comida. Bebimos, y muy contentos nos fuimos a dormir como la noche pasada.

Y llevándose el frasco a los labios bebió hasta la última gota, lo lanzó después lejos de y apoyando los brazos en la mesa dejó caer sobre ellos la cabeza. Bebimos una vez más a la salud del Rey y es todo lo que recuerdo de aquella noche. Que no es poco recordar. Al despertarme no hubiera podido decir si había dormido un minuto o un año.

Barquillos cuscurrosos, confituras rusas, mantelería adamascada, cucharas y cuchillos de mango de cuerno... y, por arriba de todo eso, un fino vapor azulado que se escapa del aparato del café y que da al conjunto cierto tono más íntimo. Nos sentamos y bebimos. El viejo se holgaba extraordinariamente; la baronesa se sonreía con expresión resignada, y Yolanda me hacía ojitos.