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Actualizado: 19 de octubre de 2025


Creyó reconocer a don Pedro Valderrábano por las calzas de velludo amarillo y sus pantuflos con pieles. Cuatro valentones custodiaban la silla de don Enrique Dávila, tres de ellos con alabarda y rodela, el otro con hermosa ballesta incrustada de marfil.

»Digo, pues, que cada vez que pasaba con su barca daba fondo en una caleta que estaba no dos tiros de ballesta del jardín donde Zoraida esperaba; y allí, muy de propósito, se ponía el renegado con los morillos que bogaban el remo, o ya a hacer la zalá, o a como por ensayarse de burlas a lo que pensaba hacer de veras; y así, se iba al jardín de Zoraida y le pedía fruta, y su padre se la daba sin conocelle; y, aunque él quisiera hablar a Zoraida, como él después me dijo, y decille que él era el que por orden mía le había de llevar a tierra de cristianos, que estuviese contenta y segura, nunca le fue posible, porque las moras no se dejan ver de ningún moro ni turco, si no es que su marido o su padre se lo manden.

Y olvidó su cervato, su ballesta y su roto caftan de sangre rojo, y Leila, ansiosa, de terror traspuesta, ¡Que él se salve! exclamó ¡yo estoy dispuesta! ¡Sálvame , Señor, que á me acojo! Á poco, fiero se mete sobre un caballo lanzado á rienda suelta, en el prado, un fatídico jinete. Deshecho su capellar, al aire en desórden flota; y de su roja marlota el recrujiente ondear;

Diciendo esto Ben-Farding, saltó de su huronera, dió tres o cuatro carrerillas por la estancia, sacudió de papirotes y sardinetes a los deslumbrados wazires, cadíes y altos dignatarios del diván, y salió rehilando de la Alhambra, como Bodoque disparado por fuerte brazo de bien templada ballesta.

Que venga el hortelano con su ballesta, y llamad también á los mozos de cuadra. ¡Pronto, decidles que estamos en peligro de muerte! ¡Corred, hermanos! ¡Ved que ya nos alcanza! Pero el victorioso Tristán de Horla no pensaba en perseguirlos.

Simón Aluardo, para serviros. Pues mírame bien, camarada, y no tendré necesidad de nombrarme. ¡Mala bombarda me parta si no es esa la cáfila de Reno el arquero! Embrasse-moi, camarada; y ambos amigos se estrecharon como dos osos. , el arquero Reno, ahora ballestero al servicio del barón, y casi olvidado ya de disparar ballesta ó arco.

Seguíanle seis ballesteros, con jubones de paño buriel, cintos de baqueta, capacetes sin plumas y á la espalda ballesta y saetas. Bajaron la cuesta, cruzaron el vado y en pocos momentos llegaron al lugar de la lucha. ¡Aquí está uno de ellos! exclamó el jefe, echando pie á tierra y sacudiendo al bandido por el cuello.

Renováronse con esto las voces de los presentes y las alabanzas del extranjero; el cual en la carrera, en la esgrima, en la lucha, en la barra y en el tirar de la ballesta, y entre otras muchas pruebas que no cuento, con grandísimas ventajas se llevó los primeros premios, quitando el trabajo a sus compañeros de probarse en ellas.

Ya abandona su guarida y corre como un gamo. ¡Tirad! Así era en efecto, porque al oir el negro las voces del corregidor y verse descubierto, emprendió la fuga á todo correr. Apunta dos varas á la derecha, muchacho, dijo un ballestero veterano, inmediato á Roger. No, apenas hay viento; con vara y media basta, contestó su compañero, soltando la cuerda de su ballesta.

Una niebla espesa de la cual se destaca enorme torre cuadrada; la niebla se disipa, ya veo las murallas, la fortaleza toda, en una verde colina, con el río á sus pies, las olas del mar á distancia y una iglesia á tiro de ballesta de las almenas. Junto al río se alzan las tiendas de los sitiadores. ¡Los sitiadores! exclamaron á la vez el barón, Gualtero y Roger.

Palabra del Dia

aprietes

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