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Actualizado: 27 de octubre de 2025
Es celos lo que imagino; Que no es celos lo que sé: 940 Cosa que pienso que fué, Y que en mi daño adivino. Por poco tuviera calma La nave de tu deseo. Entro, y á doña Ana veo, 945 Venus de marfil con alma. ¿Cómo te podré pintar De la suerte que la ví? Cultas musas, dadme aquí Un ramo blanco de azahar 950 De las huertas de Valencia Ó jardines de Sevilla.
Una la estaba calzando en aquel momento con diminutos y elegantísimos zapatos de la misma tela, mientras otra cosía precipitadamente algunas flores que se le habían caído. Por la parte de arriba le estaban poniendo una guirnalda de azahar en la cabeza: había gran marejada con tal motivo.
El más osado fue el ceremonioso mancebo del pelo por la frente, quien, abriéndose paso y llegando muy sofocado a la reja, dijo a la novicia, dándole ya su nuevo nombre: Hermana Juana, tengo que pedirle un favor..., que me envíe como recuerdo un poquito de azahar de la corona que llevaba... Si la madre consiente... murmuró María dirigiendo la vista a la superiora.
Todos los años presenciaba la germinación primaveral de aquella tierra, cubriéndose de flores, impregnando el espacio de perfume, y, sin embargo, aquella noche, al ver sobre los campos el inmenso manto de nieve del azahar blanqueando a la luz de la luna, sintiose dominado por una dulce emoción.
De vez en cuando llegaban a la nariz fuertes tufaradas de azahar, que casi le suspendían a uno los sentidos. Pues no hallé, como digo, medio mejor para llegar a la calle de San José que ir preguntando a los que cruzaban. Y cierto que no me pesó de ello. Todos me respondían con extremada cortesía y se paraban a darme cuantas noticias juzgaban necesarias.
¿Qué tienes, hija mía? gritó don Víctor acercándose al lecho. «Era el ataque, aunque no estaba segura de que viniese con todo el aparato nervioso de costumbre; pero los síntomas los de siempre; no veía, le estallaban chispas de brasero en los párpados y en el cerebro, se le enfriaban las manos, y de pesadas no le parecían suyas...». Petra corrió a la cocina sin esperar órdenes; ya sabía lo que se necesitaba, tila y azahar.
Con este motivo rodaron los coches y hubo no poca confusión a las puertas del templo, que estaba adornado suntuosamente para el acto. La novia se presentó pálida y sonriente con su traje blanco y su corona de azahar, debajo de la cual saltaban juguetones los rizos de sus cabellos negros.
A no ser dijo Eloísa, con remilgada sonrisa que celebréis con los alemanes el azahar y las naranjas; con los franceses, el bolero, y con los ingleses, el vino de Jerez. ¡Ah! Eloisita exclamó entusiasmado Polo , ese chiste es tan espiritual, que si no es francés, merece serlo. En lo que decía, plagiaba Polo, según su costumbre, un conocido dicho francés.
No, ya estoy bien. Y levantándose tomó de la estantería un frasco de azahar, vertió con mano temblorosa una cucharada y la tragó. Después se enjugó el rostro cuidadosamente con el pañuelo y volvió á sentarse. Vamos á ver, ¿qué ha sido? le preguntó cariñosamente el joven.
Fue necesario que el P. Gil llamase a D.ª Josefa y le mandase traer una taza de tila con gotas de azahar. A las nueve de la noche aún no habían concluido de adornar la iglesia las señoritas y los obreros que las secundaban.
Palabra del Dia
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