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Si no fuera demasiado largo, os mandaría que recitarais aquel capitulo sobre la batalla del Gránico que os hice aprender de memoria; mas para que tan escogido concurso, y especialmente este fresco azahar de Andalucía, vuestra prometida; para que todos, en una palabra, puedan apreciar la buena pronunciación de usted y su oído cadencioso, échenos cualquiera de esos romances que sabe..., vamos.

La rosa blanca y el azahar son los únicos perfumes que tomo ahora de esta casa. Siguió la conversación de los perfumes por algún tiempo todavía, muy animada por parte de Octavio, que parecía hallarse en terreno firme y abierto; lánguida y cortada por parte de la condesa que, como había dicho, no era inteligente en este ramo.

En torno de la fuente se veían muchas macetas con flores y hierbas olorosas, y alrededor arriates con bojes, que formaban bolas y pirámides, y rosales de enredadera, jazmines y naranjos, que revestían el muro y trepaban por cima de los balcones del piso principal, tejiendo una capa o manto de flores, frutos y verdura, y embalsamando el ambiente, ya con el olor del azahar, ya con el más leve aroma de jazmines y de mosquetas.

Muchas veces he ido a Niza, gastando un dineral para ver florecer cuatro naranjos de mala muerte; ahora quiero embriagarme en la inundación de azahar de estos campos. Es el único deseo que me sostiene aquí... Estoy segura.

Estaba segurísimo de ello; y si no, ¿cómo era que todas las primaveras las había pasado sin percibir siquiera aquel perfume de azahar que exhalaban los paseos y ahora le enloquecía, enardeciendo su sangre y arrojando su pensamiento en la vaguedad de un oleaje de perfumes? No era menos cierto que hasta entonces había estado sordo.

La belleza se ciñe la corona Que entretege el amor y la amistad, Arrancando una flor á cada zona, Tomando un pensamiento á cada edad. Y la contempla el mundo entusiasmado, Coronada, de pié sobre el altar, Sobre el altar de joyas incrustado, Cubierto de jazmines y azahar.

Dentro del carro empenachado de blanco y negro, la caja, cubierta de níveo paño, que constelaban flores de azahar, rosas blancas, piñas de lila a granel, oscilantes a cada vaivén de la carroza. Las hijas de María, compañeras de la difunta, iban casi risueñas, remangando sus faldellines de muselina, por no ensuciarlo en el piso lodoso.

Sube.... ¿no quieres subir?... Ella alzó el azahar de su mano señalando al cielo, y por toda respuesta murmuró: Todavía... padrino. El ave fatídica se cernía obstinada sobre el jardín. Carmen corrió a la casa y subió al salón. Ya don Manuel había vuelto a sentarse y la esperaba.

Púsose la novia su vestido de seda negro, y doña Lupe se empeñó en plantarle un ramo de azahar en el pecho. Hubo disputa sobre esto... que , que no. Pero la señora de D. Basilio había traído el ramo y no se la podía desairar. Como que era el mismo ramo que ella se había puesto el día de su boda.

Desde la costa paraguaya, ya entenebrecida, el monte dejaba caer sobre el río su frescura crepuscular, en penetrantes efluvios de azahar y miel silvestre. Una pareja de guacamayos cruzó muy alto y en silencio hacia el Paraguay. Allá abajo, sobre el río de oro, la canoa derivaba velozmente, girando a ratos sobre misma ante el borbollón de un remolino.