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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Te doy cuatro en casa si me ayudas a buscar por el monte al señorito y le dices, en cuanto lo veas, lo que me dijiste a mí, ¿entiendes? Que el capellán está con la señora encerrado en la capilla y que te echaron de allí para quedar solos.
Esto es lo que se llama una hija trabajadora y buena... Capaz serías de estarte trabajando hasta perder las fuerzas, sin pedir gracia. Yo no estaba cansada y así se lo dije, y añadí que era muy feliz figurándome que le ayudaba un poco. Sí que me ayudas y que me facilitas la tarea.
Alojóse en la casa de Rui Gómez de Silva, dejando el palacio para las reinas sus hermanas, que entraron después. Ocupóse el Emperador en Valladolid en el arreglo de ayudas de costa y mercedes que había de dejar á los que hasta entonces le habían servido, en lo de la paga que se había de dar á los que con él habían venido de Flandes, y en lo que había de quedar para el gasto de su casa.
En todas decía que rezaba cada noche por sus bienhechores. Contaba ciento y tantos santos abogados suyos; y en verdad que había menester todas estas ayudas para desquitarse de lo que pecaba. Acostábase en un aposento encima del de mi amo, y rezaba más oraciones que un ciego. Entraba por el Justo Juez y acababa con el Conquibules que ella decía y en la Salve rehila.
»Pusieron al cuerpo el interior humilde atavío de difunto, y después le vistieron como si estuviera vivo, como se acostumbra a hacer con los Caballeros de Órdenes Militares: puesto el manto capitular con la roxa insignia en el pecho, el sombrero, espada, botas y espuelas; y de esta forma estuvo aquella noche puesto encima de su misma cama en una sala enlutada; y a los lados algunos blandones con hachas, y otras luces en el altar donde estaba un Santo Cristo, hasta el sabado, que mudaron el cuerpo a un ataúd, aforrado en terciopelo liso negro, tachonado y guarnecido con pasamanos de oro, y encima una Cruz de la misma guarnición, la clavazon, y cantoneras doradas y con dos llaves: hasta que llegando la noche, y dando a todos luto sus tinieblas, le conduxeron a su último descanso, en la Parroquia de San Juan Bautista, donde le recibieron los Caballeros Ayudas de Cámara de su Magestad, y le llevaron hasta el túmulo que estaba prevenido en medio de la capilla mayor; encima de la tumba fue colocado el cuerpo: a los dos lados había doce blandones de plata con hachas, y mucho número de luces.
Tenga mucha fe en Nuestro Señor Jesucristo, en su Santa Madre María y en nuestro poderoso patrón San José, y con estas ayudas crea que todo le saldrá bien, y si no es en la tierra, será en el cielo... Buenas tardes, señor de Maltrana.
Y nombro por ingeniero geógrafo á D. Pedro Cerviño, y por piloto al primero de la Real Armada, D. Juan Insiarte, á cuyos dos facultativos se asignarán á su tiempo las competentes ayudas de costas: quienes formarán un diario exacto desde su salida hasta su regreso, levantando los planos necesarios de aquellos terrenos donde crean conveniente colocar las poblaciones, con proporcion á pastos, aguadas, leña, avenidas de los indios, situacion material para su ventilacion, dominacion de la campaña y demás atenciones con que se debe proceder: como de aquellos fuertes que paresca con este motivo deber adelantar para seguridad general y comunicacion que deben tener unos con otros: disponiendo, si no hubiese otro inconveniente, que las poblaciones estén en medio, de fuerte á fuerte, para poder reconocer el campo con mas prontitud y menos trabajo.
Habituado a recibir ayudas pecuniarias sin ocuparse directamente del manejo de sus intereses, Ojeda se creyó rico, muy rico, viéndose propietario de una casa en Madrid y muchas tierras en Andalucía. Su hermana estaba casada con un ingeniero, hombre formal, que había hecho su fortuna en la América del Sur, ayudado por algunos parientes.
Tenía la obligación Ojeda de atender a una dama... Y hablaba del amor como de un servicio higiénico indispensable para la vida, y en el que pueden reclamarse las ayudas de la amistad. Aquella noche no había nada extraordinario que alterase la vida de a bordo. El concierto atraía únicamente a los niños y criadas, que antes de acostarse formaban grupos en torno del círculo de atriles.
Yo podría mostrarte dijo muchos documentos iguales á esos... Pero tú eres hombre, y los hombres deben traer mucho dinero á su casa para que no sufra su mujercita. ¿Cómo voy á pagar mis deudas si tú no me ayudas?... Torrebianca la miró con una expresión de asombro. Te he dado tanto dinero... ¡tanto! Pero todo el que cae en tus manos se desvanece como el humo.
Palabra del Dia
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