Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 13 de junio de 2025
Como entrábamos en lo más espeso del bosque y el sendero era allí estrecho, dejé a Gerardo que se adelantase con Elena y retuve detrás a Luciana. ¿Fue aquella visión de la muerte lo que había rozado nuestras vidas? ¿Fue la dulzura embriagadora de la resplandeciente Naturaleza lo que dio un impulso más fuerte a la avidez de vivir y de ser feliz que yace en nosotros?
Bebió la mujer con avidez su copa, y al ver que el otro dejaba intacta la suya, pasó por sus ojos una expresión implorante. Antes de la guerra, el whisky valía muy poco; ¡pero ahora!... Sólo los reyes y los millonarios pueden beberlo. ¿Me permite usted? Hizo Robledo un gesto indicador de que la cedía su parte, y ella se aprovechó con apresuramiento de tal permiso.
Nada más curioso que ver el aspecto de avidez del auditorio femenino por poco que se trate de un predicador desconocido. Desde el cuarto salmo, los ojos empiezan a errar desde la gran nave hasta los lados de la iglesia, con el ánimo de no dejar de ver la subida al púlpito.
Habíase dormido tarde, desasosegado y nervioso por la importancia del acto que iba a realizar en la mañana siguiente, y el aturdimiento de un sueño corto e ineficaz le hizo buscar con avidez la caricia reconfortante del agua fría.
Este se ha mostrado afectuoso y bueno para conmigo; he visto brillar en sus ojos una tímida ternura, medio velada, que mi corazón ha bebido con avidez. Me parece que una nueva primavera se acerca: la risa y la alegría se despiertan en mi corazón, y, cuando cierro los ojos, veo bailar en torno mío dorados rayos de sol. Pero ¡basta de pensamientos de felicidad, basta de cobardía!
Pude observarle bien, porque no me miraba: sus ojos exploraban con avidez los contornos de la prisión. ¡Puercos, tunantes! exclamó con irritación y sin mirarme, como si hablase consigo mismo. ¡Mire V. que estar un hombre ayer toda la tarde, espera que te espera, para salir al fin con que no era posible verlos!
Y con una avidez de universitario que quiere verlo todo y explicárselo todo, añadió en este momento supremo, con la tenacidad del que muere hablando: Triste guerra, señor... Faltan elementos de juicio para decidir quién es el culpable... Cuando la guerra termine, habrá... habrá... Cerró los ojos, desvanecido por su esfuerzo. Desnoyers se alejó. ¡Infeliz!
Pito Salces, que no quitaba ojo a Pepazos ni perdía una sola palabra de las que iba diciendo el mozallón, en cuanto éste cesó de hablar se plantó de un saltó en la orilla de la barranca, y allí se puso a husmear, con la avidez de un perro de buena nariz, en todas direcciones y hasta en las negras profundidades del abismo.
Ayer cuando me autorizó a esperar, la tomé una vez más la mano, y se la besé con avidez. Ella se estremeció, pero no la retiró. Yo conocí que ya era mía, que me habría sido fácil coger otro beso en la flor de sus labios. ¿Y al día siguiente, pocas horas después, se habría de dar la muerte?
El espíritu virgen de D. Pantaleón recogió con avidez aquella enseñanza, como la tierra seca recibe la lluvia fecundante.
Palabra del Dia
Otros Mirando