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Actualizado: 29 de mayo de 2025
¡Ante todo la Patria! ¡ante todo somos españoles! añadió Ben Zayb con los ojos brillantes de patriotismo y poniéndose algo colorado cuando vió que se quedó solo. En adelante, terminó el General, todos los que se quejen serán suspendidos. Si mi proyecto fuese aceptado, se aventuró á decir don Custodio como hablando consigo mismo. ¿Relativo á los edificios de las escuelas?
Al entrar pisó al gato, que escapó mayando, y luego, a causa de la oscuridad de los destartalados pasillos, tropezó con Doña María del Sagrario, que al choque dejó caer de las manos un enormísimo plato de puches. Puso el grito en el cielo la señora, y al ruido alarmose tanto D. Felicísimo, que se aventuró a salir de su nicho preguntando si había entrado en la casa un tropel de cristinos.
Al día siguiente, cuando le vió en la calle, le pareció aún mejor y le saludó afectuosamente. Manolo Uceda respondió al saludo con agrado, y algunos días después, con ocasión de cierta fiesta con música al aire libre, se aventuró á dirigirle la palabra, á acompañarla y, lo que es aún más, á sacarla á bailar. Este último obsequio puso corona inmarcesible á la gratitud de Soledad.
Somos arqueros y pertenecemos á la Guardia Blanca, señor, se aventuró á decir Tristán. ¡Ah, sí! ¡La famosa Guardia Blanca! repuso el gran guerrillero inglés, mirando tristemente en torno. Pero la Guardia ya no existe; la muerte se ha encargado de desbandarla. Cuidadme bien á ese valiente escudero, porque temo que no vuelva á ver la luz del sol, añadió señalando á Roger desfallecido. ¡En marcha!
Yo velaré aquí por los intereses de V. Y si peligran; si es menester apelar á medios violentos, cuente V. también conmigo... hasta para el rapto. Á poco me aventuro prometiéndoselo á V., porque doy por firme que no se dejará robar Clarita. ¿Y por qué, para qué he de irme á Sevilla? ¿Pues no se lo he dicho á V. ya? Porque aquí no hace V. sino perjudicarse, sin gusto y sin ventaja.
A pesar de las consideraciones pesimistas de Torres, ella esperaba obtener algún éxito presentándose a Torquemada, y el día 31 se aventuró a ir a casa de este, paso desagradable, pero necesario, en cuyo buen resultado fiaba.
Don Víctor observó que la muchacha no había reparado el desorden de su traje, que no era traje, pues se componía de la camisa, un pañuelo de lana, corto, echado sobre los hombros y una falda que, mal atada al cuerpo, dejaba adivinar los encantos de la doncella, dado que fueran encantos, que don Víctor no entraba en tales averiguaciones, por más que sin querer aventuró, para sus adentros, la hipótesis de que las carnes debían de ser muy blancas, toda vez que la chica era rubia azafranada....
Sólo Paco Gómez se aventuró una vez a hacerlo por broma o fanfarronada; pero al llegar al salón se le recibió con sorpresa y frialdad tan despreciativas, que no le quedaron ganas de repetirlo. El hombre del canastillo se apresuró a entrar y cerrar la puerta; atravesó el pórtico y subió por la gran escalera de piedra, en cuyos peldaños gastados por el uso se rezumaba constantemente alguna humedad.
Entre tanto, el joven Isidoro fue tan audaz que se aventuró a venir a visitarla, no ya recatadamente, sino en elegantísima victoria, tirada por dos soberbios trotones rusos, con la cual llegó hasta la puerta del castillo, subió las escaleras, y se empeñó en entrar a ver a la joven condesa. Por fortuna se opuso el aya que le recibió en la antesala. Isidoro dejó tarjeta y se retiró mal contento.
Todos tenían gran deseo de verle de cerca y de presenciar aquella comedia de la cesación de una hostilidad inveterada. El doctor Truchelet aventuró una alusión sabia á las bodas de Pirito, ensangrentadas por el combate de los Centauros y de Lapites, y felicitó á la señorita Guichard por no haber renovado las luchas de las Amazonas contra Hércules y Teseo.
Palabra del Dia
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