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Actualizado: 29 de junio de 2025
Venía a recomendar el pronto despacho de una expedición a la agencia de Preces; y algunos asuntos de capellanías.... Hubo que acudir a los registros, consultar a los empleados. El Magistral, distraído, se aventuró a pasar del despacho a la oficina y allí se vio rodeado de litigantes, de pretendientes, casi todos muy afeitados, todos vestidos de negro, o con sotana o con levita que lo parecía.
Ya crecida la noche, se despidieron Salvador y Fernando en el charolado pasadizo de sus camarotes; pero el médico, apenas soportados unos minutos dentro de la minúscula pieza, se aventuró de nuevo por los intrincados corredores de la cámara y ganó la cubierta, presuroso y anhelante, con paso de fantasma, sin alzar ningún ruido bajo la suela de goma de sus zapatos marineros.
Esta propuesta no mereció aprobacion, y Godoy y Gonzales habiéndolos mandado con cartas para S. E., y este haber sido el primero que se aventuró á transitar el camino por entre tantos indios, y dado conocimiento para el viage que hizo el piloto D. Pablo Sisur por tierra á dicho establecimiento, tuvieron ambos el desgraciado fin de parar en una cárcel, de cuya prision los libró su propia inocencia.
No podía contenerse; iba de una ventanilla a la otra, interrogando la casa y los campos y buscando una figura humana. Por fin saltó a tierra, corrió hacia la villa, encontró todas las puertas abiertas y no vio a nadie. Retrocedió y penetró en el jardín del Norte; estaba desierto. Una puertecita y una escalerilla llevaban al jardín del Mediodía. Se lanzó por ella y se aventuró por las avenidas.
Doña Luz se compuso de suerte que hizo galopar al Padre y hasta correr a todo escape, y el Padre galopó y corrió sin vanagloria de hacerlo bien, haciéndolo perfectamente, y sin dar el menor indicio de que lo hacía por complacencia galante, ni por lucirse, sino cumpliendo con un deber. Doña Luz se aventuró demasiado y estuvo a punto de dar una peligrosa caída al saltar una zanja.
El juicio que Mac Sangley aventuró con referencia al cambio de sentimientos que supuso haber experimentado Melisa, había ganado terreno, y muchos pensaron que Melisa había dado con el filón de una buena conducta.
No obstante, como el hombre se habitúa a todo, hasta a la enfermedad, hasta a las conferencias del Ateneo, los vecinos de Sarrió, al cabo de algunos días se habituaron al peligro. Comenzaron a salir de sus casas, cerrada ya la noche, si bien con las debidas precauciones. El primero que se aventuró fué Marín.
Varias veces estuvo por tomar la palabra, pero el temor la retenía. Allá, al fin, en una pausa larga, se aventuró a decir: Falta una cosa, mamá. ¿Qué falta? La joven se detuvo un instante, como para tomar arranque, y dijo al fin con voz temblorosa: Falta un cuarto para arreglarse Gonzalo. Es verdad; no me había hecho cargo... ¿Dónde tendría yo la cabeza?
«Tengo que ver, sin embargo, lo que hace», me digo, con el deseo secreto de admirarla a mi gusto durante su sueño. Pero, cuando, a hurtadillas, me aventuro a levantar un poco, un poquitito, los párpados, veo... ¡ah señores, siento frío en la espalda todavía!... veo sus ojos completamente abiertos, fijos en mí, feroces, devoradores, me atreveré a decir.
Tal vez necesite usted refrescar el corazón, señorita se aventuró a decir Isidorito con el rostro espantosamente contraído por una sonrisa. No sabía yo que se despachasen también en la botica refrescos para el corazón repuso la joven con gesto desdeñoso, dirigiendo sus palabras a Rosario. ¡Oh! no, señorita; en la botica no.
Palabra del Dia
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