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Actualizado: 26 de junio de 2025


Inquisidor al Fiscal que remataua la dicha processión, acompañaron la Cruz hasta que fue colocada en el altar de la dicha Capilla de la Sala de la Aud.ª y dicha por el que la lleuaua la oratión se dió fin á dicha processión; y todos se boluieron a sus Iglesias, Conventos y casas: y el mesmo día salieron de las Casas de la Inq.n 18 de dichos reios, caualleros en un asno en una albarda, desnudas las espaldas, y en el discurso de las calles acostumbradas se le dieron á cada uno cien azotes, lleuando en medio el susodicho Sr, D.n Manuel Ximenez de Sotomayor de Alguacil Mayor, y bueltos a las Casas de la Inq.n se dió fin y cumplimiento a la tarea del dicho Auto General de Fée y sus dependientes

En auto solemne de fe celebrado en Sevilla el dia 14 de abril del año de 1660 salieron á ser castigadas por judaizantes ochenta personas, entre hombres i mujeres. Muchas estatuas fueron reducidas á cenizas en representacion de los reos que andaban fugitivos en tierras estrañas, donde afortunadamente no alcanzaba el bárbaro azote de la Inquisicion.

Hacia 1685 llegaron á la Inquisición los rumores de las herejías de fray Pedro de san José, pero á fin de dar el golpe en seguro decidió vigilarle, y como de la tal vigilancia resultó la comprobación de las sospechas á principios de 1686, cuando más ajeno estaba el fraile cogiéronle preso, permaneciendo en las mazmorras tres años, hasta el día 10 de Julio de 1689 en que salió en el auto de fe, celebrado en el castillo de Triana.

Era de mediana edad, entre los treinta y cinco y los cuarenta, de no mala apariencia, agradable y sonriente el rostro, morena la color, agudas las facciones, sutil la sonrisa, la mirada rebuscona, y no mezquino el cuerpo; vivía de rasurar y rapar, entreteniendo durante el día sus ocios con el puntear de una vihuela morisca que le dejó su padre, ya harto usada por sus abuelos, y cantando como un ruiseñor las alegres canciones de la tierra, y las que él mismo componía, para lo que se daba muy buena gracia; comadreaba a las comadres de la vecindad, y, fuera de esto, las vendía untos y bebedizos, y las leía el sino, y las traía a todas engañadas y pendientes de sus labios; y a tal llegaba la fama de brujo y de hechicero del señor Viváis-mil-años, que más de una vez la Inquisición se había metido en sus asuntos, y había quien se acordaba de haberle visto con coroza y sambenito, luciendo su persona en un auto de fe.

Onofre José Cortés, Soltero, hijo de Rafael José Cortés, difunto, y de Isabel Cortés, alias Moianeta, negociante de oficio, natural y vecino de esta Ciudad, de edad de veinticinco años, fue preso por crimen de judaismo. Salió al Auto en forma de penitente, con sambenito de dos aspas y vela verde en las manos.

Aquel mancebo va de Muerte; el otro, de Ángel; aquella mujer, que es la del autor, va de Reina; el otro, de Soldado; aquél, de Emperador, y yo, de Demonio, y soy una de las principales figuras del auto, porque hago en esta compañía los primeros papeles.

respondió con voz ronca el bufón . Este pliego es el auto de libertad de tu amadísimo don Juan; este otro, el auto de libertad de don Francisco de Quevedo, que yo me guardo, porque importa que esté preso; y este otro pliego, es una orden para que puedas entrar en la torre de los Lujanes, donde está encerrado don Juan.

En el Auto de Cananea salen á la escena en figura de pastoras la Ley de gracia, la natural y la escrita, y cada una apacienta su rebaño. Otra composición religiosa de esta especie ofrece en tres partes al cielo y al infierno, y nos presenta en variados grupos á réprobos y bienaventurados. Entonces se encamina al infierno una alegre turba de marineros, que son demonios.

Los mártires del Japón. La mayor corona. Autos sacramentales: El furor del cielo. Al fin se lee: «Fué sacado del segundo traslado que se sacó en Madrid, y éste se sacó en Aranda, á 17 de mayo de 1621Auto de la Santa Inquisición, del año 1629. La adúltera perdonada. Auto de las albricias de Nuestra Señora. Auto del Ave María y del Rosario. La oveja perdida. La privanza del hombre.

Así con las tenazas el libro, y le saqué de la chimenea donde olía mal, arrojándole a la jofaina. Prometí a Amparo hacer un auto de fe con todos mis malos libros, y mediante esta promesa se restableció nuestra buena armonía. En seguida nos pusimos a almorzar. Yo había cuidado de que el almuerzo fuese muy sencillo y compuesto de alimentos acomodados a las costumbres de Amparo.

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