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Actualizado: 26 de junio de 2025


Llegó a la convicción de que el hechizo conservaba toda su fuerza y no se rompería hasta que Aixa no desapareciera del mundo. El auto de fe que iba a realizarse quedó para él como la suprema esperanza. Esa misma tarde, Ramiro, dejó el palacio del Conde de Fuensalida, y se alojó en la posada del Sevillano.

La madrina del cielo, auto de Nuestra Señora del Rosario, de D. Alvaro Cubillo de Aragón. La amiga más verdadera, auto de Nuestra Señora del Rosario, de D. Antonio Coello. El nacimiento de Christo Nuestro Señor, del maestro José de Valdivieso. El nacimiento de Christo Nuestro Señor, de Lope de Vega.

«Ayer decía el periódico ha sido objeto de grandes comentarios en todos los círculos la visita de la policía al palacio de los señores marqueses de Villamelón, previo auto del juez y orden del gobernador, según prescriben las leyes vigentes.

Dicen que representará en un auto el día de la Trinidad, con cuatrocientos de muerte. Pésame que nos deshonra a todos, y a principalmente, que al fin soy ministro del Rey y me están mal estos parentescos. Hijo, aquí ha quedado no qué hacienda escondida de vuestros padres; será en todo hasta cuatrocientos ducados. Vuestro tío soy, y lo que tengo ha de ser para vos.

El auto de Los cuatro tiempos merece, sobre todo, nuestra atención, porque en él, aunque sólo en esbozo, se ven ya los rasgos fundamentales de los autos posteriores.

Representóme entónces quanto desdecia de mi nobleza el pertenecer á un israelita. Su Ilustrísima propuso á Don Isacar que le hiciera cesión de ; y este, que es banquero de palacio y hombre de mucho poder, nunca tal quiso consentir. El inquisidor le amenazó con un auto de fe.

Ramiro esperaba impaciente a la puerta de la posada. Domingo de Aguirre había prometido venir a buscarle para asistir juntos al auto. Poco después, uno y otro, describiendo largo rodeo, entraban a la plaza por la Calle Ancha, contando presenciar desde allí el desfile de la procesión. De una ventana baja, un caballero que reconoció a Domingo de Aguirre les ofreció dos taburetes.

Nada. ¡Nada! pues si no hay nada que temer, ¿por qué continúa preso? eres valiente, Clara. Domínate, prepárate... ¿Para qué? Tanto valor se necesita para soportar la desgracia, como para resistir la noticia inesperada de una dicha. ¡Ah! ¡señora! tendré valor, le tengo. Pues bien: toma, Clara mía, toma, y ve misma á sacarle de su prisión. Y la reina dió á doña Clara el auto de libertad.

Quemóse la trenza, pero en vano esperó días y semanas el retorno del marido, y ya desesperada, fué tanto su odio y la indignación que contra la hechicera estalló en su pecho que, decidida, salió de Sanlúcar y vínose á Sevilla, donde se presentó ante el tribunal de la Inquisición, denunciando á la bruja con todos sus pelos y señales, y haciéndose los siguientes cargos que constan en el traslado sacado de la relación del auto de celebrado el Domingo de Cuaresma última de Febrero del año de 1627, y que no dejan de ser chistosos.

Al fin dice: Fué impresa la presente obra en Salamanca por el muy honrado barón Lorenzo de Lion Dedel, á diez días del mes de noviembre de 1514 años. Contiene seis piezas pequeñas, que se apellidan Egloga, Farsa, Auto y Representación, de las cuales tres son mundanas y tres religiosas. El argumento de una de estas últimas es la pasión, y de dos el nacimiento de Cristo.

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