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Actualizado: 1 de junio de 2025
De la cual novedad llegó a enterarse por los comentarios de su padre a cada batacazo del expediente, que no salía de un atolladero sino para caer en otro más hondo.
Los que quedan son más dignos de compasión. ¡No sé cómo se las arreglará la duquesa para salir de este atolladero. ¡A todos debe! Ultimamente el panadero se ha negado a fiarles más. ¿Cuánto deben de alquiler? Ochocientos francos; pero lo que me extraña es que siquiera el señor haya visto el color de su dinero.
Claudio, que quería eludir el verdadero motivo de aquel acto, divagó, dando á Lázaro una porción de señas que aumentaron su confusión: le habló de don Elías, de su pueblo, del club de Zaragoza, de la Fontana. En fin dijo, decidido á salir del atolladero: no quiero llevarme el mérito de una acción que no debe usted agradecerme. Cada cosa en su lugar.
Id, buen Montiño, id, que urge, y que os guarde Dios. Que Dios os guarde, señora. El cocinero mayor salió murmurando: ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Dios quiera que estas cartas no me metan en un nuevo atolladero!
Pero Milagros, que iba tras el quid de que su amiga la sacase de aquel profundo atolladero en que estaba, echole los brazos al cuello y con ahogada voz le deletreó en el oído estas palabras, más lacrimosas que el cenotafio en que D. Francisco había trabajado con tan mala fortuna: «Usted... usted, amiga del alma, puede salvarme...».
El conde se irguió decidido y amenazador: ¿Qué es eso? dijo con voz áspera. ¿Tenemos dudas? ¡Dios me perdone! ¿Acaso remordimientos? ¿Está usted loca? ¿Olvida usted en qué condiciones intervine para sacarla del atolladero cuando la enloquecía el terror? ¿Es que va usted á ser ingrata, querida? Eso sería una debilidad y una gran imprudencia.
Tardó en comprenderlo el guapo; pero recordando al fin, salió del atolladero lo mejor que pudo, aunque sin entregarse. Así se hallaban las cosas cuando un suceso inesperado y terrible vino á cambiar su faz por completo. Pontes, viendo cruzar desde la casilla un hombre que le pareció sospechoso aunque no llevase carga alguna, le ordenó detenerse.
Fuese la acción del cabo, lo que me inclinó a creer, aunque participando ostensiblemente de la opinión contraria del capitán, fuese, como éste lo creía, que por los simples esfuerzos de la máquina hubiésemos salido del atolladero, el hecho fue que el buque se puso en movimiento, y en breve, habiendo salvado todos los chorros secundarios, como el Perico, avistamos las dos o tres casas de un lugar situado en la margen derecha del río, frente a Caracolí, poco antes de Honda, llamado Bodegas de Bogotá, punto final de nuestro viaje marítimo.
Los acontecimientos me dirán lo que debo hacer». Si el gran Pez volviera pronto la sacaría de aquel atolladero. Estudiaba ella el medio de explotar su liberalidad sin venderse. Consiguiendo esto sería la mujer más lista del orbe... Pero faltaba que D. Manuel regresara de aquellos cansados baños.
Había olvidado decirle que me vi en la necesidad de fundar un Banco, sólo para mis tesoros. Y siempre que el Banco de Londres ó el Banco de Francia se veían en un apuro, me enviaban atentas cartitas para que los sacase del atolladero. Novoa rió de la sencillez con que el pianista contaba sus grandezas. Parecía obsesionado aún por su ensueño.
Palabra del Dia
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