Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 11 de junio de 2025


No, señora... Yo creí que el coche venía hacia acá, pues aunque el camino más directo desde la calle de Atocha es Plaza Mayor, Ciudad Rodrigo y Cava, como en la entrada de la Plaza, por Atocha, están adoquinando y no se puede pasar, dije yo: «Es que el cochero va a tomar la calle Mayor». Pero por lo visto no ha venido aquí. Luego, ha ido a otra parte.

En el de Nuestra Señora de Atocha... extramuros... ¡ah! y no me acordaba... esperad, esperad un momento. Y la dama salió y volvió al poco espacio con otro papel.

Dejaron la calle de Atocha y se internaron por una de sus travesías laterales. Tristán marchaba delante con Escudero, detrás Barragán con Reynoso. Este no había despegado los labios, pero pocos momentos después de caminar los acercó al oído del paisano. ¿Quién es? Núñez murmuró Barragán apretando al mismo tiempo con afectuosa ternura la mano de su amigo.

Carrascosa creyó reconocer en aquel joven al sobrino de su amigo, á quien había tratado en Ateca; y queriendo cerciorarse, porque sin duda le interesaba, bajó tras ellos. Los cuatro jóvenes se mezclaron al gentío: no se podía dar un paso. La procesión estaba organizada, y pronto iba á emprender la marcha para salir á la calle de Atocha.

A pesar de ser el dominico un padre muy respetado en Atocha, confesor del rey, y además recientemente inquisidor general, era un hombre de costumbres sencillas, humildes, hasta el cual todo el mundo tenía acceso. En cuanto se comunicó á la Inquisición su nombramiento, el Consejo de la Suprema le invitó á que ocupase la casa, casi palacio, que el inquisidor general tenía en Madrid.

Salieron ambos, como se ha dicho, uno tras otro, con diferencia de algunos minutos; pero como la anciana se detuvo un ratito en la verja, hablando con Pulido, el ciego marroquí se le juntó, y ambos emprendieron juntos el camino por las calles de San Sebastián y Atocha. «Me detuve a charlar con Pulido por esperarte, amigo Almudena. Tengo que hablar contigo».

A la hora fijada por el Sr. de Moreno Trujillo, ni minuto más ni minuto menos, llamaba Benina a la puerta del principal de la calle de Atocha, y una criada la introdujo en el despacho, que era muy elegante, todos los muebles igualitos en color y hechura. Mesa de ministro ocupaba el centro, y en ella había muchos libros y fajos de papeles.

Démela usted a también, Costa, y pídame perdón por las mil iniquidades que ha hecho conmigo... ¡Qué gusto, Virgen de Atocha!... Ya concluyeron las centinelas. Ahora son ustedes los que me van a guardar a . ¡Y que no te voy a dar poca tarea, Carlota! Me vas a sacar a paseo todos los días, ¿sabes? todos, sin faltar uno.

Tienes razón; vámonos a un café, sígueme. Andando muy de prisa, llegaron a un cafetín cercano a la calle de Atocha, sentáronse y acercóseles el mozo: ¿Qué va a ser? ¿Qué quieres tomar? preguntó don Juan a la muchacha. Café con media de abajo. Pues yo... chica de cerveza. Hasta en botella le gustan a usted. Si son como , ya lo creo. No me peino pa señores.

Así es que á Montiño no le costó el ver á aquel personaje, terrible por su posición, más trabajo que el de ir al convento de Atocha. El padre Aliaga le conocía personalmente y le habló con suma afabilidad. Sentáos, sentáos, señor Francisco Montiño le dijo y sobre todo quitáos esa capa que debe helaros. ¡Ah, señor! no es la capa la que me hiela dijo el cocinero mayor.

Palabra del Dia

aconséjele

Otros Mirando