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Actualizado: 7 de junio de 2025
Y por ahora, Sanchica, atiende a que se regale este señor: pon en orden este caballo, y saca de la caballeriza güevos, y corta tocino adunia, y démosle de comer como a un príncipe, que las buenas nuevas que nos ha traído y la buena cara que él tiene lo merece todo; y, en tanto, saldré yo a dar a mis vecinas las nuevas de nuestro contento, y al padre cura y a maese Nicolás el barbero, que tan amigos son y han sido de tu padre.
Florentina sintió el ruido de la yerba, atendiendo a él como atiende el cazador a los pasos de la presa que se le escapa; después todo quedó en silencio y no se oía sino el sordo monólogo de la naturaleza campestre en mitad del día, un rumor que parece el susurro de nuestras propias ideas al extenderse irradiando por lo que nos rodea.
Cuando se consideran la posibilidad ó imposibilidad, solo con respecto á un ser, prescindiendo de toda causa, se las llama intrínsecas; y cuando se atiende á una causa, se las denomina extrínsecas.
Pues atiende: dicen remedando la niña el gorgeo de las golondrinas, se puso a decir con celeridad: Comer y beber: buscar emprestado, y si te quieen prender ¡por no haber pagado, huir, huir, huir, huiiiir, comadre Beatriiiiz. ¿Por eso se van? preguntó Anís. Por eso afirmó su hermana. ¡Yo las quiero más...! dijo Pepa. ¿Por qué? preguntó Anís.
Al parecer no tiene importancia en el estudio de su vida de artista la índole de los cargos que desempeñó; mas si se atiende a que malgastaría en servir el tiempo que pudiera aprovechar pintando, se verá lo que la posteridad ha perdido en ello. Fue ugier desde 1627 hasta 1634; ayuda de guardaropa hasta 1643, sin ejercicio, y con él hasta 1645; ayuda de cámara sin ejercicio desde 1643 hasta 1646.
Pero mira en torno de ti, mézclate entre la multitud de hombres y mujeres que son felices o creen serlo. No les envidies la despreocupación, pero aprende de ellos esta doctrina: que la Providencia en la cual tú crees, a todo atiende, que todo lo proporciona y que ella ha creado inagotables recursos para satisfacer la necesidad de los corazones hambrientos.
Pero yo pido a Dios para mi hijo muchas cosas antes que esa gloria, que muy bien pudiera resultar vana, examinada detenidamente. 21 septiembre de 1829. Mi pobre Alfonso es el que me ayuda a soportar los días de mi vejez, de un modo admirable; me colma de obsequios y atiende solícito a mis apuros, sean del género que quieran.
Prometió todo lo que el otro quiso, bebió un número prodigioso de cañas y declaró terminantemente que su hermana sería una sinvergüenza si algún día olvidase lo que le debía. Velázquez, por su parte, se había puesto también de excelente humor. Atiende, Miguelillo, no quiero que andes ya más á salto de mata. Te vas á mi casa, ¿entiendes?
Ya volvía amorosa y anhelante, cuando al dar el primer paso oye en la ribera opuesta el reñir de las espadas. Muley, ya suelto de su prisión, medía furioso su acero con el rival que le había libertado. María atiende, escucha, y ve entre la obscuridad las pálidas centellas de los aceros.
No, hija, no; ya sé que no te llevas nada... y si quieres llevártelo puedes hacerlo: todo está á tu disposición. Muchas gracias. Adiós respondió volviéndose. Cuando ya había dado tres ó cuatro pasos, Velázquez la llamó. Atiende un instante. ¿Qué se le ofrecía á usted? preguntó ella quedándose á la puerta. Acércate, hija, que no vamos á hablar á gritos.
Palabra del Dia
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