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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Sin embargo, ocurre que el sol, que tiene celos del agua, a la que también adora, sorprende a los dos amantes y se pone furioso. «¡Ah! exclama en ese tono con que se dicen estas cosas en las comedias ¡ah! ¿Conque estás hablando de amores con la sal? ¿Conque la has hecho salir de su cárcel, donde estaba encerrada por orden mía? ¡Pues yo voy a castigarte!» Y entonces el sol, que es un hombre terrible, manda un rayo feroz contra el agua; la cual, como es tan inocente, tan medrosica, abandona a la sal y huye toda asustada.

¡Alto, alto! exclama Carmelita. ¡Paren ustedes! Nadie hace caso. Las ropas de la Niña van subiendo, subiendo: no se sabe dónde se van a detener. ¡Alto, alto! ¡Por Dios, señor alférez! ¡Anda con ella! rugen los militares. Y el columpio sigue cada vez más vivo. Nuncita está tan asustada que no tiene tiempo a pensar en el pudor.

Manín habrá visto bien por todos lados a Concha. ¿Verdad, Manín, que la has visto cómodamente? Avanzó unos pasos. La niña retrocedió asustada. No tenga miedo, señorita. Tranquilícese usted, señorita. Yo no vengo aquí a azotarla. Eso de los azotes es muy antiguo. ¡Quién se acuerda ya de azotes!

Con gran trabajo y tirando de los dos cordones a la vez, con sumo tiento, pudo Germán descorrer la contraria, y asustada por la luz, saltó entonces del altar una gallina y echaron a correr dos o tres pollos cacareando, entrándose por una puertecilla entreabierta que a la derecha del retablo había.

Que si le había pasado algo al señorito, que la señora estaba asustada; que yo debía de saber algo.... El Magistral se paseaba por el gabinete y pisaba muy fuerte; disimulaba mal su impaciencia, su mal humor, tal vez no pretendía siquiera disimularlos.

Pero a los pocos versos ya no habló el improvisador de las atlotas en general, sino de una sola, ambiciosa y sin corazón. Febrer miró instintivamente a Margalida, que permanecía inmóvil, con los ojos bajos, pálidas las mejillas, como asustada, no de lo que escuchaba, sino de lo que indudablemente vendría después.

Nos parecemos por el modo de sentir, por la necesidad íntima del ideal, por la imposibilidad de ser felices a medias... Pronunció con enternecimiento estas palabras y se levantó, como asustada de su propia sinceridad y de lo que todavía pudiera salir de sus labios. Adriana quedó muda, alterado todo su ser por una emoción sin nombre.

Ciertamente, cuando un habitante del centro o del Norte de la Villa visita aquellos barrios, ni las casas ni los rostros le resultan Madrid. En un mes no pasó Fortunata más acá de Puerta de Moros, y una vez que lo hizo, detúvose en Puerta Cerrada. Al sentir el mugido de la respiración de la capital en sus senos centrales, volviose asustada a su pacífica y silenciosa calle de Tabernillas.

La niña retrocedió asustada, pero la costurera la atrapó por el brazo. No intentes escapar, porque entonces será doble la ración. Josefina se cogió a su mano llorando angustiosamente. ¡No me pegues, por Dios, Concha!

Asustada ésta por la importancia de su presa, confiaba los cautivos á la guarda del duque de Milán... Pero los monarcas se entienden fácilmente para engañar á los gobiernos democráticos, y el soberano milanés daba suelta al rey de Aragón con todo su acompañamiento. Luego, éste bloqueaba á Génova con una enorme flota.

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