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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Cuando la campana sonó, Lidia le tendió la mano y se dispuso a subir. Nébel la oprimió, y quedó un largo rato sin soltarla, mirándola. Luego, avanzando, recogió a Lidia de la cintura y la besó hondamente en la boca. El tren partió. Inmóvil, Nébel siguió con la vista la ventanilla que se perdía. Pero Lidia no se asomó.
Tintay mascaba tanto como Tenten, con la diferencia que este tenía siempre la boca llena de buyo, mientras que su cara mitad se las arreglaba con las hojas de Cagayan. Una de las tardes en que Tintay asomó su arrogante figura al batalan, noté en ella ese embarazo propio de toda india que quiere pedir algo á un castila.
Delaberge se asomó a la ventana y vio ante el portal una charrette inglesa tirada por un pequeño caballo bayo, de vivos movimientos, junto al cual estaba el joven Simón. En aquel momento salió de la casa el Príncipe, lenta y majestuosamente, acompañado de la señora Miguelina.
Y como su estatura le permitía ver por encima de los tejados, se dirigió hacia el puerto por el camino más corto. Ra-Ra, luego de quedar sumido en el fondo del bolsillo, se asomó á su abertura, braceando entre gritos de desesperación.
El Capitán se asomó por la amura de estribor y miró al fondo; pero la marea, que seguía creciendo, había cubierto todo el banco y no se le distinguía. Los crujidos continuaban, y las velas, ejerciendo su esfuerzo hacia babor, ayudaban poderosamente la acción de la marea.
Pasada fugazmente la primera impresión de sorpresa y bienestar, cada uno dió en la casa rienda suelta a sus instintos, sin un asomo de compasión ni de ternura para la desgraciada forastera.
Además, había gastado un caudal en la enfermedad, bien larga, de su difunta esposa. Y para remate de fiesta, tres meses hacía que un pícaro de la Isla á quien tenía dados quince mil reales á réditos se había declarado insolvente. Frasquito escuchaba todo esto serio, fruncido, sin asomo de borrachera, llevando las cañas á la boca con mano trémula.
Cuando estuvieron solos, la señora se sentó, invitó con majestuoso ademán al barón para que hiciese lo mismo, y esperó mirándole con extremada curiosidad, pero sin asomo de temor. Señora comenzó el barón, he hallado a esa niña en la carretera de Sarrió cubierta de sangre y llena de cardenales. Le he preguntado quién la había puesto así, y me respondió que su madrina. Yo no puedo creer...
Otra pequeñita, oculta bajo un guante oscuro, asomó entonces por la portezuela, posóse en la de Villamelón, y sin tocar casi en el estribo, viose saltar en tierra la elegante figura de la marquesa de Valdivieso.
No vayas a pensar que quiero meterte el novio por los ojos. Lo que te digo es que, aunque vivieras cien años, no encontrarías uno mejor. ¿Es príncipe? Sí; como tú princesa. Pues hijo, tú bien haces el amor a una señorita de coche. En esto se asomó al gabinete doña Manuela. Hijos, ya está medio dormido: vamos a hablar pronto cuatro palabras, que estoy rendida y quiero también acostarme.
Palabra del Dia
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