Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de mayo de 2025
Quería que fuese de los felices, de los dichosos, de los fuertes. Ya que el mundo estaba organizado sobre la desigualdad, que figurase su hijo entre los privilegiados, aunque para ello tuviese que aplastar a muchos. Lo que no habían logrado la miseria y el triste destino de Feli, lo conseguía aquel chiquitín con sólo su contacto. Caía hecha polvo la herrumbre de su voluntad.
El kaiser de la cultura ha trabajado años y años en el montaje y engrasamiento de un organismo destructivo como nunca se conoció, para aplastar á toda Europa. El ruso es un cristiano humilde, igualitario, democrático, sediento de justicia; el alemán alardea de cristianismo, pero es un idólatra como los germanos de otros siglos.
No; no habrá guerra repitió mientras paseaba por el jardín . Estas gentes parecen locas. ¿Cómo puede surgir una guerra en estos tiempos?... Y después de aplastar sus dudas, que renacerían indudablemente al poco rato, pensó en la realidad del momento, consultando su reloj. Las cinco. Ella iba á llegar de un instante á otro.
Al verme tan diferente de ellos, me tomaron por un espía y un día en que el vigilante se ausentó por unos instantes del campo en que trabajábamos penosamente al sol, se arrojaron en grupo sobre mí. Su plan era muy sencillo. Estábamos arrastrando por el camino un enorme rodillo para aplastar la piedra y decidieron echarme delante de aquella pesada masa y pasarla por encima de mí.
El yanqui acogió á Sorege con perfecta cordialidad, pues no entraba en su carácter discutir sobre asuntos ya resueltos. Le dió golpes en las rodillas capaces de aplastar un búfalo y observó con placer que el joven no flaqueaba. La prueba de los cocktail fué también favorable á Sorege, que era de esas personas que beben sin riesgo porque hablan poco y no se aturden con su propia excitación.
Mas que a Rocchio no le tocaran al bolsillo, su punto vulnerable, porque entonces ya no respondía de sí mismo; salía a su defensa con aquella voz tonante, que infundía pavor cual una descarga de metralla, y levantando sus puños formidables, dispuesto a aplastar, como un insecto, al que cogiera debajo.
Se lanzó a todo correr por aquel camino de fuego, aguantando el sol con la cabeza baja, jadeante y echándose a pecho la cuesta que minutos antes no quería subir, aunque se lo mandase el Nuncio. Algo terrible preparaba. La voluptuosidad del mal era sin duda lo que le daba fuerzas. Tal vez buscaba subir alto, muy alto, para desde la cresta de un desmonte aplastar su carga de gatos.
Para aplastar sin miedo, de frente, sin clemencia, la sierpe que envenena tu mísera existencia, arrastrando la muerte, nos tienes, patria, aquí. La madre idolatrada, la esposa que adoramos, el hijo que es pedazo de nuestro corazón, por defender tu causa todo lo abandonamos: esperanzas y amores, la dicha que anhelamos, todos nuestros ensueños, toda nuestra ilusión.
Pero es el caso que los edificios viejos llegarían á hundirse y á aplastar á sus moradores..... me observará alguno que presuma de lógico. ¡Pues reedifiquémoslos á la española, sin economizar tanto el terreno! ¡Viva cada cual en una casa y Dios en la de todos! contesto yo, sin miedo á las excomuniones de esos cursis, que creen que todo lo extranjero es mejor que lo de España.
Dice así el pasaje a que aludo: «Todo cambia, todo se renueva, y hay mil pequeñeces, una expresión, una prenda de vestir, una moda de tocado que denotan al punto la edad de la persona que las usa; y por más que el abate Delille la recomiende, me parece, por ejemplo, de mal gusto la costumbre de aplastar en el plato la cáscara de un huevo pasado por agua, costumbre calificada ya por el vizconde de Marenne, en su libro sobre la Elegancia, publicado hace años, de absurda y ridícula.»
Palabra del Dia
Otros Mirando