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Su nacimiento en los Estados Unidos facilitó que la admitiesen en el personal sanitario de las divisiones americanas que se batían en Château-Thierry. Escuchando el príncipe las explicaciones de don Marcos, recuerda una confesión de Alicia. Era torpe de manos; su voluntad, ansiosa de hacer el bien, flaqueaba por falta de medios materiales en el momento de la acción.

Con todo, ni por un instante se le ocurría ceder. Flaqueaba su máquina nerviosa; pero la voluntad permanecía firme. «A usted la han informado mal insinuó con torpeza , respecto a la persona... que... Ni hay tal vida airada ni ese es el camino... Yo pensaba decirle a usted: 'Tía, pues yo... quiero a esta persona, y... mi conciencia...».

Cuando usted la conoció, cuando comprendí que ella comenzaba a amarle, mi pecho se dilató de gozo. Ver que su decantada eternidad de sentimientos flaqueaba; prever que iba a caer como caen todas; poder decirla: ¿Ya ves? ¿Dónde están tus leyes morales? ¡ también haces como las demás, lo que te place! era algo que me colmaba de júbilo...

Quiso erguirse altanero y tremendo; pero vencido de la emoción, sintió que flaqueaba todo el edificio de su cuerpo, y lanzando a su cruel señora una mirada lánguida de bestia moribunda, entre súplica y reproche, dejose caer, abatido y lacio, en aquel mismo sillón donde antes los dos solían sentarse para que él la estrechase entre los avarientos brazos, mientras ella, vestida de gran señora y copa en mano, entonaba un vals callejero convertido en brindis orgiástico... El recuerdo de aquellos momentos fue como visión rapidísima que le llenó de amargura el alma.

El yanqui acogió á Sorege con perfecta cordialidad, pues no entraba en su carácter discutir sobre asuntos ya resueltos. Le dió golpes en las rodillas capaces de aplastar un búfalo y observó con placer que el joven no flaqueaba. La prueba de los cocktail fué también favorable á Sorege, que era de esas personas que beben sin riesgo porque hablan poco y no se aturden con su propia excitación.

A ratos, como vencido por esta hostil certidumbre, el espíritu de análisis flaqueaba, y Julio recaía en la contemplación interior de su tristeza, ¡Cómo había cambiado todo, repentinamente!

En los diez meses que lleva en esta casa todavía no le hemos visto un día triste. Cuando no está arriba tocando el piano, está aquí jugando con los niños. No se conoce, no, señorita, que haya tenido pérdidas. Elena sintió que flaqueaba su valor. Con permiso de usted voy a subir... ¿Dónde está la escalera? La buena mujer la condujo hasta el primer peldaño de una escalerita estrecha y obscura.

Estaba herido de muerte en la imaginación, es decir, flaqueaba por su parte más poderosa. Ya no era aquel joven ardiente que se creía destinado á grandes fines; era un pobre desheredado sin vigor de espíritu, sin esperanza y sin ideas.

Cuando entró con su padre, don Alejandro y su amigo el comandante discutían sobre unas noticias políticas que el primero acababa de leer en los periódicos, y Nieves, sentada en el balcón, se adormecía al arrullo de las lejanas rompientes de la mar... Leto, que cabalmente flaqueaba por el lado de la travesura para entretener a las mujeres, y aquella noche mucho más, iba y venía de la sala al balcón y del balcón a la sala, pescando aquí dos palabras y dirigiendo allá otras dos a Nieves que estaba muy poco habladora.

Perla, cuya actividad de espíritu jamás flaqueaba, no había carecido de distracciones mientras su madre hablaba con el anciano herbolario.