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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Deseosa entonces de lucirlas en su tertulia, alegre de ver que el entusiasmo de juez tan competente como el Conde recaía en sus casi paisanas, y anhelando que el Conde las conociera y tratara, buscó y halló, como hemos visto, a Beatriz y a Inés. El Conde mismo, en cuanto las vió, había ido a avisar que venían, por donde fué harto fácil a Rosita reconocerlas.

Las miradas de doña Águeda, algo más gruesa, más joven y más bondadosa que su hermana, iban cargadas de estas preguntas cuando se clavaban en Anita al darle un caldo. La huérfana sonreía siempre; daba las gracias siempre. Estaba conforme con todo. Las tías veían con impaciencia que se prolongaba aquel estado. La niña no acababa de sanar, ni recaía; no se presentaba ninguna solución.

A ratos, como vencido por esta hostil certidumbre, el espíritu de análisis flaqueaba, y Julio recaía en la contemplación interior de su tristeza, ¡Cómo había cambiado todo, repentinamente!

Pues á Velázquez no le gusta el arroz tan cocido, sino bien enterito decía á alguno de los parroquianos que lo prefería blando. Y después de comunicarle esta nueva interesante, quedaba sorprendida si el parroquiano aún se obstinaba en que se lo cociese más. Nunca acababa, si alguna comadre del barrio venía á beber una copa de aguardiente y la conversación recaía sobre el guapo.

Enumeraba las casas suntuosas donde había pasado horas felices, conociendo lo mejorcito de Madrid en ambos sexos, y recreándose con amenos coloquios y pasatiempos muy bonitos. Cuando la conversación recaía en cosas de arte, Ponte, que deliraba por la música y por el Real, tarareaba trozos de Norma y de Maria di Rohan, que Obdulia escuchaba con éxtasis.

Pues pensando en su sobrina, vino a sentar ciertas bases que discutió consigo misma, dándolas al fin por indestructibles, a saber: que aquello no tenía remedio, que la deshonra era inevitable, si bien no recaía sobre doña Lupe, pues a todo el mundo constaba que ella no alentó ni favoreció jamás los desvaríos de Fortunata. Esto lo sabían hasta los perros de la calle.

Entretanto, á medida que el término fatal se aproximaba, la señorita Margarita perdía la vivacidad febril de que había parecido animada desde el día en que el matrimonio quedó definitivamente arreglado. Recaía al menos por instantes, en su actitud familiar de otro tiempo, de dolencia pasiva y sombría meditación.

Mas en aquel mundo de fantasmas, mis ideas, no me daban ni un momento de reposo, y a poco recaía en poder de ellas. Y así discurriendo por las regiones de lo vago, y tratando de comparar ciertas impresiones mías con otras de las de mis heroínas preferidas, vi hacerse la luz sobre un importante punto. Descubrí que estaba enamorada y que el amor es la cosa más encantadora del mundo.

Hablaban de la tierra natal con voz lenta y entornando los ojos, como si fueran á dormirse. Algunas veces, la conversación recaía sobre Jaramillo padre y su prodigiosa ciencia. Yo le vi decía Morales con respeto curar á los enfermos en menos que se reza un credo. Les chupaba la parte enferma ó ponía la boca en su boca, aspirando su aliento.

Palabra del Dia

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