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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Con la marcha del estudiante acababan en casa de los Luna las veladas, en las que el campanero, el pertiguero, los sacristanes y demás empleados del templo escuchaban la voz clara y bien acentuada de Gabriel, que les leía como un ángel, unas veces las vidas de los santos, otras los periódicos católicos que llegaban de Madrid, y en ciertas noches un Quijote con tapas de pergamino y ortografía anticuada, venerable ejemplar que había pasado en la familia de generación en generación.
No encuentro la razón etimológica del nombre de Birac, á menos que no proceda de la extraña configuración panorámica del pueblo visto desde las alturas de sus montes, configuración que se asemeja á las líneas que forman la concha llamada Venus, y en este caso, Birac procedería de la palabra anticuada birat, que significa los órganos genitales de la mujer.
Ambos éramos solteros, y compartíamos las confortables habitaciones que habíamos tomado en la manzana de casas, divididas en pisos, recientemente construidas en la calle Great Russell; y como éramos aficionados a la caza de zorros, el único deporte que podíamos concedernos como goce, también alquilábamos juntos una casa anticuada y barata, en una aldea rural, conocida con el nombre de Helpstone, a ochenta millas de Londres, situada en la posesión de los Fitzwilliams.
La sobremesa había durado cerca de dos horas, como nos lo hizo notar el caballero juzgando que desearíamos descansar; y como ésta era la verdad, aunque estábamos muy bien entretenidos a su lado, diose por terminada la conversación, condújonos a nuestros respectivos dormitorios y encerréme yo en el mío, contemplando la cama, de anticuada forma, pero limpia y bien mullida, como la tentación más seductora de cuantas había sentido desde mi salida de Tablanca al amanecer de aquel día.
Pero la anticuada y grosera invención de representar externamente fenómenos interiores del alma, ¿es susceptible de recibir más perfecto cultivo, y lo merece por su valor? ¿No serán producciones literarias, defectuosas por su esencia, espectáculos dramáticos, en los cuales se nos muestran obrando y hablando afectos, símbolos, pensamientos y objetos inanimados de toda especie, aun revistiéndolos con todos los encantos de la poesía?
La forma primitiva de esta voz fué fiatu, cuyo origen y formación se pueden aun explicar con la lengua samoa; en esta, una forma anticuada del número tres es fia y la palabra tu significa cortar, quitar, suprimir. El sentido de esta voz compuesta, fiatu ó su contracción fitu, que es tres suprimir, se refiere á los dedos de ambas manos reunidos: de diez dedos se suprimen tres, quedan siete.
Volví a leerla, y ahora me pareció la prosa anticuada de un moralista cansado; cada palabra se había vuelto como un carbón apagado. Me acosté y soñé que estaba lejos, más allá de Pekín, en las fronteras de Tartaria, en el kiosco de un convento de Lamas, oyendo máximas prudentes y suaves que brotaban como un aroma fino de té, de los labios de un Buda vivo. Transcurrió un mes.
Libon ó Libong, pues de ambos modos se pronuncia, significan el acto de matar salteando. Libong es palabra anticuada, diciéndose hoy Ribong que es confusión intelectual, ó acto de engañar á uno en alguna cuenta. Tomando en pasivo aquella palabra, significa marearse. Me inclino á creer que la etimología de Libon hay que buscarla en la palabra bicol Libtong, que quiere decir sitio profundo.
Además el mayor crimen que podía haber en la Regenta, y no creía ella que a tanto llegase, era seguir la corriente. «En Madrid y en el extranjero, esto es el pan nuestro de cada día; pero en Vetusta fingen que se escandalizan de ciertas libertades de la moda, las mismas que se las toman de tapadillo, entre sustos y miedos, sin gracia, del modo cursi como aquí se hace todo. ¡Pero qué se puede esperar de unas mujeres que no se bañan, ni usan las esponjas más que para lavar a los bebés!». Obdulia, cuando hablaba con algún forastero, desahogaba su desprecio describiendo la hipocresía anticuada y la suciedad de las mujeres de Vetusta.
Lleno de alegría, di un salto y me puse en pie; le agradecí la noticia, ordené a Glave que le diera de beber y partí de Londres para Owfordshire por el tren de la una y media. Antes de las cinco hallé a Mill House, casa sombría y anticuada, que quedaba detrás de un alto seto de bojes que había en la calle de la aldea en Church Enstone, sobre el camino real de Aylesburg a Stratford.
Palabra del Dia
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