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Les interesaba este juego extraordinario, como si fuese un deporte original; querían luchar contra la buena suerte de la banca, con una tenacidad británica, únicamente por el gusto de vencerla.

Lo que la apasiona es el juego de las actividades «partidistas», la maña de cada cual para triunfar, el deporte político, en una palabra. La tragedia de su marido parece que fuera un estímulo de este gusto, consecuencia, sin duda, de haber estado unida, aunque por poco tiempo, a un excelente deportista, a un luchador político.

Necesitaba mi emoción como un aplauso. Empecé á pensar en el ingeniero, luego en Olga, y fuí adivinando todos los actos de mi protector con algunos minutos de antelación. Casi fué un deporte agradable para ver cómo la realidad se iba plegando á mis inducciones. El automóvil abandonó las calles iluminadas, como yo había previsto.

Pero el gigante, excitado por los perfumes silvestres y sintiendo renacer su vigor con este deporte extraordinario á través de una selva que tal vez tenía mil años y no era más alta que su cabeza, rió del miedo de la traductora y de los emperadores de cinco siglos antes.

Sin embargo, el rastro había sido excelente, y habíamos gozado de un deporte muy bueno. Una vez que terminó la cacería, tomé un buen trago de mi frasco y partí a través del campo, en medio de la obscuridad que empezaba a tender su manto.

Yo jugaba siempre muy mal; lo cual le disgustaba cuando era mi compañero y le colmaba de alegría cuando era mi adversario. A pesar de todo, sin duda mirando por la belleza del deporte, me dió la dirección de usted y me aconsejó que tomara lecciones. EL SE

Las dos únicas excepciones eran una señora que se obstinaba en llevarlos sueltos, lo que producía una impresión cómica, y un enfermo, llamado Petrov, que llevaba el pelo y la barba muy largos, por miedo a las tijeras, y no permitía que le pelasen, por temor a que le degollaran. En invierno, los enfermos preparaban por mismos un lugar para patinar, y se dedicaban con placer a dicho deporte.

El me dice una suma... No la repetiré, porque soy yo el que la ha pagado. Le planteé entonces mis condiciones. Primo: dimisión inmediata. Secundo: obligación de dirigir personalmente los cultivos. Tercio: renuncia al pleito. Este pleito, entablado contra Krakow de Krakowitz, había sido durante años el deporte favorito de mi viejo amigo.

Poco acostumbrado a este deporte, a Manuel le faltó pronto el aliento, interrumpiose y erutó rociando el rostro del gascón con un gran buche de vino. Esto trae suerte dijo Guy, riéndose. Sigue, muchacho... Había terminado su botella el vizconde y el ayuda de cámara, que no podía ver el vino y jamás lo probaba, iba apenas por la mitad de la suya...

Me gustaba viajar, y viajaba mucho dentro y fuera de España; me gustaba el llamado «gran mundo» o «alta sociedad», y la frecuentaba en sus salones, en los teatros, en los paseos y hasta en los balnearios de moda, y en el deporte; me gustaban las Bellas Artes, aunque consideradas principalmente como artículo de lujo, y compraba cuadros y esculturas en las exposiciones; me gustaban ciertos hombres de la política y de la literatura, no por políticos ni por literatos precisamente, sino por la resonancia de sus nombres y el atractivo de sus conversaciones, y frecuentaba su trato y los acompañaba en sus círculos y en sus banquetes y en sus tertulias y francachelas... hasta me gustaban los toreros a cierta distancia, y a cierta distancia cultivaba la amistad de algunos de ellos.