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Actualizado: 5 de julio de 2025
Sin embargo, muchas veces lanzaría exclamaciones de asombro si no me retuviera el miedo de quedar en ridículo; oculto mis impresiones, pero a vos, querido cura, bien puedo deciros que a menudo me sorprendo y embeleso. «Anteayer fuimos a V * para comprarme un ajuar, puesto que los trabajos de Susana son decididamente unas atrocidades.
«Muy querido discípulo y amigo: «Como te lo ofrecí anteayer, estuve anoche a visitar al señor Lic. Castro Pérez para hablarle acerca de tí, y de lo útil que podías serle en el despacho.
No, señor, no me ofende usted. Adelante. Por que, no teniendo vocación, se ha hecho usted monja. ¡Oh! Eso es largo de explicar dijo poniéndose repentinamente seria. Además, esas cosas sólo se pueden decir a personas de mucha confianza... y usted es un amigo de ayer. ¿Cómo de ayer? Bueno, de anteayer... es igual.
Ya se ve... con tanta agua... Y hoy me parece que tenemos nieve. En toda mi vida no he visto un invierno tan frío como este. ¿Sabe usted que se murió el sordo, el del puesto de carne? Anoche... de repente. Yo le vi tan bueno y tan sano anteayer, y... ¡qué vida esta!... En fin, voy a ver si les saco algo a los del segundo de la izquierda. Me deben cinco meses. ¡Ay qué gente!
Llegué a Quimper anteayer, a la caída de la tarde, y después de haberme hecho llevar al mejor hotel de la ciudad, lo que no quiere decir que sea bueno, me he dirigido a la casa de la señorita de Boivic, un edificio situado en las cercanías de la Catedral y de aspecto austero y triste, que hace menos sorprendente el encontrar en ella muertos que vivos, una criada en traje rústico y cofia bretona me introdujo en un vasto salón herméticamente cerrado y débilmente alumbrado.
Todo lo que usted me decía anteayer, cuando íbamos de camino por aquí, me tenía encantado, y le juro que si no estuviera en vísperas de casarme y fuera preciso seguir con ayo, le diría a mi señora madre que me le pusiera a usted en lugar de D. Paco, el cual bien se me alcanza que no me ha enseñado más que gansadas y tonterías.
Anteayer me dio usted la gran jaqueca con aquello de la cosa en sí... Pues pongamos que sea la cosa en no. Yo digo que esto es música pura; la cosa en sí bemol. ¡Ah, qué tontita es la criatura y qué refistolera! Porque esto de meter las narices en la eternidad, es una cosa que a Dios le debe cargar mucho. A nadie le gusta que le estén atisbando de cerca y viendo lo que hace o deja de hacer.
En circunstancias excepcionales era mujer de resolución; reunió todo su valor, y tomando aparte a la condesa, le dijo: Pues bien, querida señora, creo que verdaderamente, he desesperado demasiado pronto de poder convencer a vuestro hijo... Anteayer vino a mi casa, y como no es muy visitador, creo que tenía algo serio que decirme... que quería hablarme del gran asunto del matrimonio.
No era fácil averiguar si gozaba en realidad o se divertía simplemente con aquella adoración o más bien aquel regocijo estrepitoso de perro que se arrastra el sentirse acariciado y lame los pies de su señor. No sólo te debo la felicidad, sino también la honra. No sabes lo que he sufrido desde anteayer por la maldita deuda decía él con voz conmovida.
Tenía curiosidad de saber cómo vivías y me pedía le explicara lo que era la existencia de un soldado, de un verdadero soldado que cumple con su deber. Es extraordinaria la reunión de recuerdos que tiene lugar en mi mente desde que me has dicho eso. Mil pequeños incidentes se agrupan, se acercan... Anteayer, a las tres, volvió del Havre, una hora después estaba aquí, hablándome de ti.
Palabra del Dia
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