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Actualizado: 8 de junio de 2025
No sería esta la única desgracia. Caballos y cerdos habían pasado muchos bajo el puente en plena tarde, flotando entre los rojos remolinos con el vientre hinchado como un odre y las patas tiesas. EL barbero hablaba con gravedad, con cierto aire de tristeza. Rafael le oía, mirándole ansiosamente, como si deseara que hablase de algo que no se atrevía a indicar.
Si la duda trataba de insinuarse en su corazón, Eva no tenía más que cerrar los ojos para volver a ver a aquel varonil semblante ansiosamente inclinado hacia ella y para oír el eco todavía vibrante de aquel apasionado: «¡Eva, mi querida Eva!» que hacía estremecerse deliciosamente todo su ser. ¿Era, pues, su voluntad más fuerte que su amor?
Lo he custodiado y defendido cuidadosamente, porque representa mi fortuna y la de mi viejecita madre si vuelvo á verme algún día en Horla.... Tristán, ¿dónde está el barón de Morel? interrumpió Roger ansiosamente. Creo que ha perecido, como casi todos. Yo ví al enemigo poner su cuerpo sobre un caballo. Estaba desvanecido ó muerto y se lo llevaron.... ¡Dios del cielo! ¿Y Simón?
Sí exclamé, allí están los veinticuatro escalones de que habla el registro, no hay duda. ¿Vivirá alguien dentro de esa choza? Bajemos e investiguemos indicó Reginaldo ansiosamente, y pocos minutos después descubríamos una estrecha huella que conducía del bosque de castaños directamente a los toscos escalones, los cuales bajaban hasta una angosta abertura entre dos rocas.
De vez en cuando se dirigían al manantial con pie rápido, bajaban las escalerillas, pedían un vaso de agua y se lo bebían ansiosamente, cerrando los ojos con cierto deleite sensual que despertaba en su cuerpo la esperanza de la salud. ¿Se ha bebido mucho ya, madre? dijo mi patrón asomándose a la baranda del hoyo.
Tenía el pobre diablo un metrallazo horrible: partida la mejilla, interesada la mandíbula, y desangrándose a más andar por la arteria. Una cura difícil, pero afortunadísima. Muchas hice entonces, y fue aquel el tiempo en que menos me acosó el cansancio moral. Pero en cambio.... Artegui se detuvo, temeroso de proseguir. Diga usted, diga usted interrogó Lucía ansiosamente.
Nélida miraba ansiosamente, temblándole de emoción las alillas de la nariz. ¡Qué interesante!... ¡Ver cómo se peleaban los hombres!... ¡Y tal vez alguno de los dos quedase herido!... Hablaba de esto como de un hermoso espectáculo que iba a perder por culpa de Ojeda. No se le ocurrió por un momento que ella podía ser la causa original de este suceso. Intentó hacer frente a Fernando.
Salieron ambos, y ya en la acera, a pocos pasos de la puerta, el joven, ansiosamente, pidió la carta, que le entregó Agapo con precaución, contando las fatigas que le había costado conseguirla.
La chiquilla se reía aún, con tanta gana y tan francamente, que me obligó á hacer lo mismo. Por nada repuso desprendiéndose de mi brazo repentinamente y echando á correr. La seguí y la alcancé pronto. La niña, sin decir nada, volvió á tomar mi brazo. Caminamos un buen rato en silencio. Yo iba pensando ansiosamente en lo que iba á decir ó en lo que iba á hacer.
Se revolvió convulso entonces en la silla, comenzó a resobarse una contra otra las manos trémulas, avivó las llamas de sus ojos que no apartaba de los míos, y me dijo ansiosamente después de haber acudido en vano dos veces a los registros de su voz: Venga el nombre de ese deudo... si es que le conoces tú. Por lo que a mí toca, no conozco más que uno.
Palabra del Dia
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