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Actualizado: 8 de junio de 2025
La niña, sin decir nada, volvió a tomar mi brazo. Caminamos un buen pedazo en silencio. Yo iba pensando ansiosamente en lo que iba a decir y en lo que iba a hacer, sobre todo en lo que iba a hacer. Al fin, Teresa lo rompió, preguntándome resueltamente: ¿No me dijo V. por carta que me quería? ¡Pues ya lo creo que la quiero a V.!
Trovador tropezó, por desgracia, lanzándome con violencia al suelo, y echando á perder mi falda, la segunda que llevo desgarrada y manchada esta semana, para mayor indignación de mi madre y dolor de Águeda, mi buena aya.... ¿Y después? preguntó ansiosamente Roger.
Os lo ruego, Marta, no me hagáis doblemente desgraciada. Pero una mirada severa y un ademán imperioso le indicaron que debía someterse sin réplica. Calló y bajó la cabeza. El aya le dió las llaves a Mariana, miró ansiosamente una vez más a su hija con ansiedad y corrió al castillo temblorosa.
Y Teresa miraba ansiosamente a su altiva amiga al formular tales deseos. No necesitó más doña Manuela. Ella se encargaba de ser esa persona que, velando por la moral de la familia, devolviese el marido infiel a los brazos de la esposa resignada.
A este punto, Lucía, vuelta ya de su asombro primero, se lanzaba a él, y poniéndole las dos manos en los brazos, le suplicaba ansiosamente: Don Ignacio, Don Ignacio... no me deje usted así.... Para lo que falta ya.... ¿qué trabajo le cuesta a usted quedarse? Yo no conozco a este señor... en mi vida le he visto.... Artegui oía maquinalmente, como oyen los catalépticos. Al fin se desató su lengua.
La niña, sin decir nada, volvió a tomar mi brazo. Caminamos un buen pedazo en silencio. Yo iba pensando ansiosamente en lo que iba a decir o en lo que iba a hacer, sobre todo en lo que iba a hacer. Al fin, Teresa lo rompió, preguntándome resueltamente: ¿No me dijo V. por carta que me quería? ¡Pues ya lo creo que la quiero a V.!
Con el fin de que mis lectores puedan darse clara cuenta del arreglo y posición en que estaban las letras, creo conveniente reproducirla aquí. ¡Es curioso! observé, dándole vuelta en mi mano ansiosamente. ¿Ha tratado usted de descubrir qué significado encierran estas palabras? Sí, pero creo que son cifradas.
Y bien dijo ansiosamente la madre; habla, me das miedo. Ante aquella palidez, ante aquel mutismo, ante la desesperación de aquella pobre mirada, ¿tuvo la anciana la vaga presciencia de la verdad y remordimientos por su imprudencia?
Yo había abierto la maleta y le iba entregando sacos de monedas, que él arrojaba a puñados sobre la multitud con ademán de sembrador... Abajo, a cada lluvia de metales resonaba un tumulto furioso; después, un lento suspiro de gula satisfecha; y luego, el silencio, la suspensión del que espera más. Más murmuraba ansiosamente Sa-Tó, volviéndose hacia mí.
Levantaba vivamente la cabeza, apretaba con las manos crispadas el brazo de su amante y escuchaba ansiosamente. ¿No podía venir en él su marido y sorprenderlos? ¡Qué miedo! ¡Qué angustia! Sólo cuando el coche seguía de largo por delante de la casa haciendo vibrar los cristales, se calmaba su congoja y volvía a la vida.
Palabra del Dia
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