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Actualizado: 5 de junio de 2025
Fuera de la criada de más confianza, que ya venía á traer un recado, ya á dar algún auxilio indispensable, nadie más que el P. Jacinto entraba en la habitación donde se hallaban Clara y Lucía. Al anochecer subió de punto, llegó á su colmo la agitación febril de Doña Blanca. El P. Jacinto estaba acompañando á las dos amigas y asistiendo con ellas á la enferma.
A ese no hay quien le mate... Me lo dice el corazón. Otra desgracia más próxima quebrantó su calma. Un anochecer, al regresar á la avenida Víctor Hugo, encontró á doña Luisa con aspecto de terror llevándose las manos á la cabeza. La niña, Marcelo... ¡la niña!
Los vascongados que trabajan en el ferrocarril, tocaban la flauta de boj toscamente labrada, haciendo como quien dice rancho aparte, y bailaban á las pasiegas con más donaire y animación. La luna creciente aparecía ya sobre el ocaso á presidir los patéticos instantes del anochecer.
Si la coge en aquel momento, la mata. <tb> Al anochecer se presentó en la casa un mozo de cuerda, mostrando tal empeño por entregar al señor una carta en propia mano, que para tomarla de la suya don Juan, todavía mohíno, salió al recibimiento.
En la fuente y al anochecer, las entrevistas; y en cada entrevista, un «donativo» de Facia y nuevas baladronadas del tunante sobre el sacrificio que hacía por el bien y el sosiego de su «familia», viviendo sin hogar y a salto de mata.
Al anochecer, sólo se habló en la ciudad de la cogida de Gallardo: la más terrible de su vida. A aquellas horas se estaban publicando hojas extraordinarias en muchas ciudades, y los periódicos de toda España daban cuenta del suceso con extensos comentarios. Funcionaba el telégrafo lo mismo que si un personaje político acabase de ser víctima de un atentado.
»En fin, el tiempo se pasó, y se llegó el día y plazo de nosotros tan deseado; y, siguiendo todos el orden y parecer que, con discreta consideración y largo discurso, muchas veces habíamos dado, tuvimos el buen suceso que deseábamos; porque el viernes que se siguió al día que yo con Zoraida hablé en el jardín, nuestro renegado, al anochecer, dio fondo con la barca casi frontero de donde la hermosísima Zoraida estaba.
No; hombres no faltan decía tranquilamente con un conato de sonrisa . Pero soy muy cristiana; y si cojo otro hombre, quiero que sea como Dios manda. Y al notar la mirada de asombro del cura y de los empleados de la puerta, volvió a la realidad, reanudando su difícil lloro. Al anochecer llegó la noticia. Sí que había firmica.
Con estas ideas en la mente y con el bizarro propósito de irse a Tiro cuanto antes, recorrió Mutileder las calles de Málaga hasta que empezó a anochecer. Todas las noticias que adquirió le confirmaron en que era Adherbal el raptor de Echeloría. En lo que no adelantó mucho fue en concertarse con algún patrón de buque que saliese pronto y le llevase para Fenicia.
Este, apareció allí al anochecer, y después de estrechar de nuevo manos y contestar saludos como por la mañana, volvió a su casa sin atreverse a levantar la cabeza ante su madre.
Palabra del Dia
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