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Estos, por su conducta algo orgullosa, se habían enemistado con otros caballeros, y en especial con uno llamado D. Ramiro. La animosidad de D. Ramiro contra D. Juan de Carvajal creció mucho de punto por ser éste su rival en los amores de una bella dama, denominada Doña Ana.

De manera que, la maña en la relacion y la franqueza en el trato facilitaria el reconocimiento, observando de paso, distancias, latitudes y longitudes hasta aquel punto, y los que fuesen proporcionados para las poblaciones, á fin de no aventurarlas, como generalmente sucede, por no anticipar prolijamente exactos reconocimientos ó calidades poco aparentes: y tambien porque en nuestras mas avanzadas poblaciones al sur conviene haya una de respeto, que cubra aquellos apreciables campos, y debia desde luego establecerse un fuerte y poblacion al pié de la primera sierra, que sirviendo ademas de apoyo como primer punto del camino militar, fuese almacen de víveres al siguiente para la continuacion de esta obra: y entre tanto completar el número de las cuatro compañias que habian de formar la fuerza detallada, ponerse en disciplina conveniente, y provision de caballos de sus propiedades, con todo lo demas concerniente á imponer el respeto necesario, y sucesivamente deprimir, si fuese necesario, su animosidad hasta fijarse en la confluencia del Rio Colorado.

Güeno que te trates con el señorío, pero piensa que los probes te quisieron siempre, y que ya hablaban contra ti, creyendo que los desprecias. Demasiado lo sabía el torero. El tumultuoso populacho que ocupaba en la plaza de Toros los tendidos de sol comenzaba a mostrar cierta animosidad contra él, creyéndose olvidado.

Cuando entré en casa, la abuela, que estaba en el salón, notó en seguida mi alegría y levantó la cabeza tan bruscamente que se le cayeron las gafas a la alfombra. Muy risueña estás, hija mía me dijo con su bondad habitual. ¿Qué hay? Sin tener en cuenta su animosidad por nuestras investigaciones, se lo conté todo y le leí triunfalmente la carta del señor Baltet.

En Puente Márquez deja atónito al ejército con sus hazañas, y después de todas aquellas correrías, queda en Buenos Aires con los demás oficiales de Lavalle. Arbolito, Pancho, el Yato, Molina y otros bandidos de la campaña eran los altos personajes que ostentaban su valor por cafés y mesones. La animosidad con los oficiales del ejército era cada día más envenenada.

Respondió la Junta, que se le franquearian, no solo las municiones, sino tambien que se le reforzaria con la gente que se considerase necesaria, luego que informase el número de enemigos que le amenazaba; pero al mismo tiempo escribió privadamente el Gobernador Moya al comandante, que procurase retirarse con toda la tropa: disposiciones que hacen descubrir alguna animosidad entre estos dos corregidores, desgracia que regularmente se esperimenta, cuando muchos tienen parte en las operaciones militares, pues cada uno quiere para una gloria, que es envidiada aun de los que no son capaces de adquirirla, y de que se han seguido muchas desgracias dificiles de reparar despues, como aconteció en esta ocasion; porque en tanto se resolvia, determinó la guarnicion de Chucuito atacar una partida de indios que se le acercaba.

Cuando eran pequeñas, la envidia de su prima se revelaba a propósito de Juan, a quien no podía perdonar que no fuera para ella también un complaciente esclavo. Juan se sometía únicamente a las arbitrariedades de María Teresa. Toda la animosidad de Diana hacia el joven databa de aquellos lejanos años de la infancia; esto María Teresa lo sabía bien.

Pero el público parecía con los nervios excitados, y su estado de ánimo manifestábase con una injusta animosidad contra ciertos lidiadores o un silencio desdeñoso. El público, estragado por la gran emoción de poco antes, encontraba insípidos todos los lances. Entretenía su fastidio comiendo y bebiendo.

Fueme por lo tanto preciso aguardar en Munich a que la señora de Sieboldt tuviera ocasión de hacer llegar a mis manos la tragedia japonesa. ¡Rareza humana! Esos buenos bávaros, que tanto nos vituperaban por no haberles ayudado en esa guerra, no experimentaban la más mínima animosidad contra los prusianos.

Ni hay que extrañarlo, pues un tal huésped, hecho tan dueño del alma, cómo no había de tener todo alborotos la casa? Lo contrario se hacía admirar en los conversos, redundando según se puede presumir, la paz y gracia del alma, en la gracia, compostura, serenidad, animosidad y consuelo del cuerpo, índice de la resignación, reconocimiento y esperanzas de Cielo que llevaban.