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Actualizado: 1 de junio de 2025
Fueme por lo tanto preciso aguardar en Munich a que la señora de Sieboldt tuviera ocasión de hacer llegar a mis manos la tragedia japonesa. ¡Rareza humana! Esos buenos bávaros, que tanto nos vituperaban por no haberles ayudado en esa guerra, no experimentaban la más mínima animosidad contra los prusianos.
Me complazco figurarme, por ejemplo, al ilustre general von der Than ligero de ropas, según la antigua usanza, en medio de un verde jardinillo, con un hermoso pedestal adornado con bajos relieves que representen por un lado los Guerreros bávaros incendiando la aldea de Bareilles, y por el otro, los Guerreros bávaros rematando a los heridos franceses en la ambulancia de Woerth. ¡Qué grandioso monumento será!
Mire usted: en Leipzig, el 18 de octubre último, en plena batalla, los aliados se volvieron contra nosotros y nos fusilaron por la espalda. ¡Eso hicieron nuestros buenos amigos los sajones! Ocho días después, nuestros antiguos y excelentes amigos los bávaros tratan de cortarnos la retirada y hay que pasarlos a cuchillo en Hanau.
No contentos con tener tan profusamente esparcidos por la ciudad sus grandes hombres, los bávaros los han reunido en un templo construido a las puertas de Munich, y al cual denominan la Sala de la gloria.
¡Qué! ¿Que el enemigo se acerca? No se comerá a usted... No, pero todo lo devora sin compasión. La anciana Ursula, de Schlestadt, que llegó ayer tarde, dice que los austriacos no quieren mas que knoepfe y noudel; los rusos, schnaps, y los bávaros, chucruta.
Acabo de llegar del otro lado del Rin. ¡Cuántos rusos, austriacos, bávaros, prusianos, cosacos y húngaros..., cuántos he visto! ¡Cubren la tierra; los pueblos no pueden albergarlos y acampan en las llanuras, en las cañadas, en las alturas, en las ciudades, a campo raso; por todas partes, por todas partes hay enemigos! En aquel momento un grito agudo hendió los aires.
Y cuando se han atracado de todo esto hasta no poder más, gritan con la boca llena: ¡schokolate, schokolate! ¡Dios mío! ¡Dios mío!... ¿Cómo vamos a alimentar a esta gente? Ya sé que la cosa es muy difícil dijo el cazador ; los grajos nunca tienen bastante queso. Pero, vamos a ver, ¿dónde están esos cosacos, bávaros y austriacos? Desde Grand-Fontaine no hemos encontrado ni uno solo.
Después de almorzar en el hotel visitaron el campo de la feria; subieron a la cabeza de la enorme estatua, contemplando la planicie bávara, sus lagos y sus lejanas montañas; recorrieron la Galería de la Gloria, llena de bustos de bávaros célebres, cuyos nombres leían por primera vez, y acabaron yendo de barraca en barraca, admirando los trajes de los tiroleses, sus bailes gimnásticos, sus gorjeos y trinos iguales a los del ruiseñor.
En Baviera hay diez, el pórtico de las Victorias, el pórtico de los Mariscales, y no sé cuántos obeliscos erigidos Al valor heroico de los guerreros bávaros.
Palabra del Dia
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