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Actualizado: 5 de septiembre de 2025


Constábale que la persona que la interrogaba así había vivido largos años orgullosa de su matrimonio legítimo, de su honestidad plebeya, de su marido trabajador, de que en la Fábrica los citasen a entrambos por modelo de familia unida, de que en cierta ocasión el jefe hubiese proferido palabras honrosas para ella, llamándole mujer «formal y de bien». , Amparo lo sabía, y por eso callaba.

Avanzaron en dos filas, al amparo de los árboles que bordeaban la avenida central, con el fusil pronto para disparar, mirando inquietamente á las ventanas del castillo, como si esperasen recibir desde ellas una descarga cerrada. Desnoyers marchó tranquilamente por el centro, y el oficial, que había imitado la precaución de su gente, acabó por unirse á él cuando atravesaba el puente levadizo.

¡Duerme en paz, hija infeliz de mi desventurada patria! ¡Sepulta en la tumba los encantos de tu juventud, marchita en su vigor! ¡Cuando un pueblo no puede brindar á sus vírgenes un hogar tranquilo, al amparo de la libertad sagrada; cuando el hombre solo puede legar sonrojos á la viuda, lágrimas á la madre y esclavitud á los hijos, haceis bien vosotras en condenaros á perpétua castidad, ahogando en vuestro seno el gérmen de la futura generacion maldita! ¡Ah, bien hayas que no te has de estremecer en tu tumba oyendo el grito de los que agonizan en sombras, de los que se sienten con alas y están encadenados, de los que se ahogan por falta de libertad!

Voy, con todo, á tratar de explicarla y de atenuarla. Yo no podía sospechar que al lado de V., bajo el amparo de una madre cariñosa, corriese mi hija ningún peligro, hallase motivo para ser desventurada. Su desventura no proviene de solamente. Su desventura proviene del pecado en que fué concebida, y del cual ni V. ni yo, que somos los pecadores, podemos salvarla ni redimirla.

El taller entero tenía entrañas maternales para aquellos niños y su valerosa hermana, afirmando que sólo la Virgen era capaz de infundirle los ánimos con que trabajaba, sostenía las criaturas, y vivía alegre y contenta como un cuco. Del casco mismo de Marineda procedía la otra amiga de Amparo: aunque frisaba en los treinta, su menudo cuerpo la hacía parecer mucho más joven.

Vale más que . No es muy guapa; pero es un ángel. Si no vale dos cominos dijo Isidora riéndose descaradamente ante el retrato. ¿Qué entiendes de eso? Esta, esta que ves aquí es mi salvaguardia contra ti; es mi patrona, mi abogada, mi Virgen del Amparo.

, señor, contestó sin el más leve asombro de vanidad Amparo; cuando leí lo que en aquellos papeles estaba impreso y vi que eran billetes de banco... dinero, adiviné que aquel dinero venía de usted. Y bien, ¿qué? Necesito saber con qué objeto se ha desprendido usted de esa cantidad. ¡Bah! ¡bah! ¿Con qué objeto?

Y en alta voz: «Ángel, ; pero es preciso, hija mía, confesar la fe de Cristo, consagrar a ella nuestros últimos pensamientos y pedirle con el corazón que nos perdone. Es tan bueno, tan bueno, que no niega su amparo a ningún pecador que se llegue a

Y así confio que, puesto en la posesion del amparo de V. E., cobrará nuevo ser y perpetuo renombre mi trabajo; y pido

El siglo <sc>xx</sc> hará la historia del siglo <sc>xix</sc>. ¿Qué podía esperar Amparo? Una vida de sufrimiento. Porque Amparo tenía la desgracia de flotar, soñando, en alas de su entusiasmo, en una región a la cual sólo podía alzarse su deseo.

Palabra del Dia

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