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Actualizado: 28 de noviembre de 2025


Al aparecer Fernanda en sociedad, y aun antes, cuando era una zagalita que iba con la criada al colegio, produjo su figura, su elegancia y sobre todo la amenaza de los seis millones que iban a caer, andando el tiempo, en su regazo, una verdadera explosión de entusiasmo.

El cristianismo había engañado al pobre, manteniéndolo en su triste estado con la esperanza del cielo y la amenaza del infierno. Era el carcelero espiritual que sostenía durante veinte siglos el extremo de su cadena.

Un día el ingeniero había tenido un choque con la administración, al ver despedido del trabajo, por fútiles pretextos, á un obrero antiguo. Todos los compañeros recordaban que un mes antes su camarada había enterrado civilmente, con gran escándalo de las devotas del pueblo, á un hijo suyo, y acusaban á los culebrones de la dirección de una ruin venganza. Los más exaltados gritaban en son de amenaza. ¿Es que después de matarse trabajando, iban á imponerles á cambio del jornal lo que debían pensar? ¿Tendrían que ir con una vela en las procesiones, como ciertos hipócritas que halagaban de este modo á los amos, para procurarse trabajo? Sanabre tuvo una viva discusión en les oficinas y acabó por presentarse á Sánchez Morueta. El millonario, abstraído en sus negocios, ignoraba la vida interna de sus fábricas, y se indignó contra aquellos empleados, que eran excelentes administradores, pero se aprovechaban de las facultades que él les daba, para imponer sus creencias.

Mas ahora lo que oía era un grito de desolación, una amenaza: «Vente, vente. La muerte es muy triste; pero la vida es más triste todavíaConcluyamos dijo levantando la cabeza. Avanzó el cuerpo; extendió los brazos. En aquel momento pensó que el instinto de conservación le haría nadar seguramente, y se detuvo. Miró a todas partes buscando algún peso.

Los peores zares fueron imitadores de Prusia. En nuestros tiempos, cada vez que el pueblo ruso ó polaco ha intentado reivindicar sus derechos, los reaccionarios emplearon al kaiser como una amenaza, afirmando que vendría en su auxilio.

D.ª Carolina se enfureció, llamó pobrete, hambrón y holgazán a Mario, y se negó resueltamente a soltar un cuarto. Si te figuras concluyó diciendo que nosotros vamos a mantener vagos toda la vida, estás muy equivocada. Esta amenaza la llenó de terror. Se humilló, procuró desarmarla prometiendo no volver a pedirle dinero. Y corrió, como siempre, a encerrarse en su cuarto para llorar perdidamente.

Don Mateo, como una de las poquísimas personas que permanecían neutrales en Sarrió, fué recibido con franqueza y agasajo. Siéntese usted, don Mateo. ¿Qué trae de bueno por aquí? El anciano manifestó que venía a saber si era cierta la amenaza de suprimir la subvención de la banda en el caso de que fuese aquella tarde a la romería de San Antonio. El rostro de Maza se nubló. Era muy cierto.

Vamos que merecías una zurra, como las chicuelas malcriadas que hacen alguna diablura. Y su mano blanca se movía tras la rejilla con burlona expresión de amenaza. , que eres aficionada á lecturas como todas las jovencitas del día, pídele á tu madre un libro titulado «La entrada en el mundoSi ella no lo tiene, te lo dará tu primo Urquiola que seguramente lo sabe de memoria.

Juguete de sus pasiones, parecía que lo único que podría retenerle era el castigo en la vida futura; pero ese temor no le preocupa, puesto que al mismo tiempo que se le amenaza con el fuego eterno, se le dice de qué manera lo puede evitar, sin dejar de practicar el mal. La inmoralidad de las novenas

Paresce cosa de rehenes del tiempo de aquellos reyes moros; paresce que valgo algo, y no valgo nadaSin desesperar por esto, acudió á los resortes ejercitados del halago, del ruego y de la amenaza, tocándolos á la vez en España y Francia.

Palabra del Dia

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