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Parecían sus opulentas cabelleras estandartes guerreros, no flotantes y victoriosos, sino enroscados y martirizados por las manos del enemigo. Pero Roseta, más fuerte ó más furiosa, logró desasirse, é iba á arrastrar á su adversaria, tal vez á propinarla una zurra interior, pues con la mano libre pugnaba por despojarse de un zapato, cuando ocurrió algo inaudito, irritable, brutal.

La zurra continuó en la forma siguiente: yo caminando a la cocina, lloroso y avergonzado, después de arriada la bandera de mi dignidad, y sin pensar en defenderme contra tan superior enemigo; Doña Francisca detrás dándome caza y poniendo a prueba mi pescuezo con los repetidos golpes de su mano. En la cocina eché el ancla, lloroso, considerando cuán mal había concluido mi combate naval.

Toma y no llores... Yo he puesto ahí los labios; chupa, y cuidadito con volver al besuqueo... A ti habrá que tratarte como a un niño de teta. Zurra... zurra al nene, que es malo. Y con su mano fina y blanca, aquella mano de señorita, que era el asombro de las Carolinas, abofeteó cariñosamente la cara del joven. Al anochecer entraron en un merendero de la hondonada de Amaniel.

Trae, trae, a ver. Pepe tomó el extraordinario, y después de pasar por él rápidamente la vista, dijo: Esto no tiene relación con lo que se esperaba sobre Estella; pero les han pegado una buena zurra. Verá Vd. El capitán general comuni...» Salta, hijo, salta eso. A ver lo importante.

Los que eran de la ciudad reconocieron a la Marquesita, y al alejarse contestaron sus insultos con palabras tan clásicas como impúdicas. ¡Pero qué punta aquella! De no ir de prisa, la hubieran dado una zurra por debajo de las enaguas... La columna sufrió cierto reflujo al subir la cuesta que conducía a la plaza de la Cárcel: el sitio de peor sombra de la ciudad.

Vamos que merecías una zurra, como las chicuelas malcriadas que hacen alguna diablura. Y su mano blanca se movía tras la rejilla con burlona expresión de amenaza. , que eres aficionada á lecturas como todas las jovencitas del día, pídele á tu madre un libro titulado «La entrada en el mundoSi ella no lo tiene, te lo dará tu primo Urquiola que seguramente lo sabe de memoria.