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Actualizado: 1 de julio de 2025


En cuanto a los vigueses, yo temo que su bahía sea superior a su ambición. Con una ambición digna de una bahía tan hermosa, los vigueses debieran considerar a Pontevedra como un barrio del Vigo futuro. ¡El barrio aristocrático, el barrio oficial a unos veinte kilómetros y pico del barrio mercantil!

Eso es imposible, Stein; lo repito, ¡es imposible! exclamó el duque, levantándose en un estado de agitación que crecía por momentos . Nada puede haber en el mundo que os obligue a abandonar vuestra mujer, a separaros de vuestros amigos, a desertar de vuestro empleo y a dejar plantada vuestra clientela, como podría hacerlo un tarambana. ¿Tenéis ambición? ¿Os han prometido mayores ventajas en América?

Véase, pues, la injusta y desmedida ambición de Artacho al pretender la participación de 200.000 pesos por los pocos días de servicios que á la Revolución prestára.

El descanso es ansiado tan sólo cuando el cuerpo está cansado; agua ansía el sediento; tener hambre es forzoso, para que sea ansiado el alimento; sentirse débil para ansiar la ayuda; ciego para anhelar el sol hermoso... y para tener , sentir la duda. ¡Placer!... Mentido ensueño, rayo que presta luz sólo un instante y deja en pos de terrible huella; que con tenaz empeño, sigue al amor el pesaroso hastío, la sórdida avaricia á la riqueza, á la amistad el desengaño frio, la ambicion al poder, y la tristeza á la expansiva risa del contento.

La Inglaterra necesita aun reformas: el pueblo necesita un cambio radical, profundo; Cromwell ni supo ser ni fué nunca revolucionario; era un fanático de mas ambicion que talento, y ántes que amigo del pueblo lo fué de la hipocresía religiosa que le movia: y basta, vengamos á nuestro viaje.

Si en mi poder estuviera, mañana sería diputado. Algún día me votaréis, amigos Vejarruco y Lombrijón dijo mi amigo sintiendo ya en su cabeza con los vapores del generoso licor el humo de la vana ambición. ¡Viva el puebro soberano! gritó Vejarruco.

Tanto amor y tan ciego, y en una mujer tan ardiente y con tanto ingenio como doña Catalina, era respetable; más que respetable, terrible. Quevedo llegó á temer si había más que amor en doña Catalina hacia él. Si la ambición la impulsaba á recurrir á él por una poderosa simpatía.

Ahora todo el mundo no piensa en otra cosa que en el modo de quitar legalmente la bolsa al vecino. La ambición los devora; a los cuarenta años son más viejos que yo; viven pendientes de un hilo con el afán de acaparar dinero; y todo para derrocharlo, para satisfacer esa locura de engrandecimiento que a todos domina. Esto está perdido.

Y, loco de alegría, se repetía las palabras de esperanza... Entonces, una ráfaga de orgullo se apoderó de él. Gracias a su energía para el trabajo, podía aspirar a aquella gran felicidad que era toda su ambición: casarse con la que amaba, vivir cerca de ella, tenerla siempre a su lado.

Acababa de descubrir en él el sentimiento exclusivo, apasionado, que desde hacía mucho tiempo hacía converger sus esfuerzos en busca de una perfección a que no habría aspirado una ambición ordinaria. Súbitamente María Teresa quedó impresionada de la grandeza, de la perseverancia de aquella energía infatigable, recordando los orígenes del niño convertido en hombre de mérito.

Palabra del Dia

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