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Actualizado: 17 de noviembre de 2025


Ella lo ha advertido tan pronto como yo y en todos sus actos ha mostrado toda la bondad y la abnegación de que su alma es capaz. »Amaury es el único que ignora todo esto; él no ha sabido ver nada. En verdad hay que convenir en que el hombre a veces es rematadamente ciego.

»Quiero además que este viaje, que para ambos es de puro recreo, sea provechoso para Amaury y le sirva para adelantar en su carrera; así, sin enterarles de nada, ayer mismo pedí al ministro que le encomendase una importante comisión secreta y mi pretensión fue atendida.

Indicole Amaury con un ademán que estaba dispuesto a prestarle atención, no sin hacer cierta mueca, que revelaba su prematura incredulidad para cuanto le iba a decir.

Poco después entró Antoñita en el dormitorio de Magdalena y el doctor se retiró mientras su hija se disponía a vestirse; y una hora más tarde Antoñita quedaba en el aposento en tanto que su prima y el doctor aguardaban a Amaury en el mismo saloncito donde ocurrió la escena de la víspera.

Magdalena se había desplomado en su butaca, quedando inmóvil e intensamente pálida. ¡Oh! ¡hija mía! gritó Avrigny, demudándose como ella. ¡Ah! ¡ le das la muerte, Amaury! Y alzándola en sus brazos la llevó al aposento contiguo. Amaury siguió al doctor. ¡No entres! dijo éste deteniéndole en el umbral de la puerta. Magdalena necesita asistencia. ¿Acaso no soy médico?

» , Amaury; aunque nunca me he preocupado por eso, toda vez que mis riquezas bastarían para los dos, comprendo por lo que dices que está muy puesto en razón. » Sólo una cosa me falta saber ahora. » ¿Y qué es? » Si al encontrar al hada de mis ensueños y hacerla reina de mi albedrío querrá ella que reine yo en el suyo. » ¿Por qué no? » ¿Serías capaz de responderme de eso?

¡Oh! ¡siempre, siempre! exclamó Amaury cubriendo sus manos de besos ardientes y apasionados. Magdalena: ¡te amo! ¡te amo con frenesí! Mas al sentir estos besos la pobre niña levantose temblorosa y febril, y con la mano puesta sobre el corazón, exclamó: ¡Oh! así, no. Tu voz apasionada me trastorna; tus labios me abrasan. Trátame con miramiento.

Después de la función, Amaury subió a otro coche de punto, y se hizo llevar a casa del señor de Avrigny. Los criados le aguardaban. Se dirigió al despacho de su antiguo tutor, llamó a la puerta y oyó una voz que le respondió desde adentro: ¿Eres , Amaury? El joven, después de responder afirmativamente, entró.

Es de creer que, al contrario, Amaury escuchábale demasiado bien, pues el rostro se le encendía como si le caldeasen ondas de fuego, lo cual hacía presumir que cada palabra de las que había oído repercutía dolorosamente en su corazón. Taciturno y sombrío, ensimismose de modo que sentía latir su corazón y le zumbaban los oídos al circular la sangre en impetuosa carrera por las arterias cerebrales.

Amaury retrocedió asustado, con el rostro bañado en sudor frío. Magdalena, cayendo hacia atrás, había vuelto a quedar sentada oprimiéndose el pecho con una mano y llevándose el pañuelo a los labios con la otra.

Palabra del Dia

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